Capítulo 7

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¿Pantalones o falda?

Mejor pantalones, como me ponga falda y me siente se me va a ver hasta el alma.

Empiezo a buscar en el armario como una histérica, pero me quedo igual, porque recuerdo que mis tejanos favoritos están en la lavadora. Maldita sea. ¿Quién me enviaba a mancharlos de chocolate caliente?

—Elige la falda —me dice Mel, a mi espalda.

—¿Acaso no sabes que yo...?

—Pues ponte unos leotardos debajo —pone los ojos en blanco—. Hay que tener recursos, Kat.

—Cierto.

Agarro mi única falda, que es corta, poco ajustada y marrón, y empiezo a sacudirla para disimular las arrugas que tiene —nunca la uso—. Me pongo los leotardos negros y una blusa. Mel está lista desde hace casi media hora, con su ropa casual. A ella le importa un rábano lo que piense Jesse, claro.

Justo cuando termino escucho un claxon y mi corazón da un salto.

—¡Es Jesse! —exclamo, feliz.

—Sí, qué ilusión.

Mel me sigue con mala cara mientras yo voy dando saltitos de felicidad hasta la puerta.

El coche de Jesse está vacío, y eso me sorprende porque yo ya tenía pensado qué hacer si April aparecía. Por ahora, no lo ha hecho. El plan de fuga sigue sin ser necesario.

—Hola —saludo a Jesse con una sonrisa de oreja a oreja.

—Hey —me saluda sin mirarme, acelerando—. Brad ha pedido las entradas por internet, así que solo vamos a comprar palomitas.

—¿Brad? —pregunto.

Incluso sin mirarla, noto que Mel se inclina hacia nosotros, interesada.

—Sí, dijo que quería venir —se encoge de hombros—. No viene nadie más.

Entonces...

¡Una cita doble!

Mi corazón palpita de pura felicidad mientras Jesse pone música —que no me gusta del todo, pero no importa— y llegamos al cine. Aparca sin decir nada y es el primero en bajar del coche. Mel y yo lo seguimos. Ella murmura algo sobre lo poco caballero que es.

En efecto, Brad está de pie delante de la entrada, con la chaqueta del equipo —¿dormirá con ella?— y mala cara.

—Hace media hora que os espero, joder —protesta.

—Me estaba duchando —protesta Jesse—. Vamos.

—¿Cuánto tardas en ducharte?

—Hola, Brad —saluda Mel.

Nos mira un momento, hace un gesto con la cabeza, y vuelve a centrarse en Jesse. Discuten hasta que llegamos a la sala, y Mel me mira con el ceño fruncido, como si yo tuviera la culpa de todo. Jesse me mira.

—¿Te importa ir a comprar palomitas?

—¡Ahora mismo voy!

Mel me sigue con mala cara, que va empeorando a medida que pasan los segundos. En realidad, no me extraña, las cosas no están yendo cómo quería ninguna de las dos. Mientras esperamos en la cola para comprar, ella resopla.

—No me puedo creer que accediera a esto —murmura.

—¿Por qué?

—Brad es un capullo, y Jesse está en el siguiente nivel de gilipollez.

—No digas bobadas.

—Has estado horas decidiendo qué ponerte y ni siquiera se ha fijado en ti, Kat —me suelta—. Abre los ojos, Jesse es un idiota.

Cuando todo llegueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora