Junio
Asomo la cabeza a la habitación de mi madre con una sonrisa angelical.
—¿Mami?
—¿Qué quieres? —pregunta ella, sin levantar la cabeza de su nuevo libro.
—¿Puedes llevarme a un lugar en coche?
—¿Y por qué no te lleva Elliot?
Cruzo los brazos.
—¿Quieres que le diga que me lleve a la fiesta de despedida de mi ex-novio?
—¿Es hoy? —pregunta, sorprendida.
—Sí, mamá. ¿Puedes llevarme? Llegaré tarde.
—Está bien —accede.
Salimos las dos de casa y mi perro y mi hermano se quedan mirándonos desde el salón. Ya dentro del vehículo, me doy cuenta de que me están temblando las manos. Mi madre también lo ve, pero no dice nada al respecto. Subo el volumen de la radio para distraerme con alguna cosa.
El viaje en coche se me hace asquerosamente corto, y antes de darme cuenta estoy delante de la casa de David. Se me hace un nudo en la garganta cuando veo que en el refugio de animales ya no hay absolutamente nada y fuera de su casa hay un montón de cajas de cartón apiladas. Abro la puerta para marcharme, pero mi madre me pone una mano en el hombro. Vuelvo a cerrarla y me centro en ella.
—¿Qué pasa? —pregunto, mirándola.
—No, ¿qué te pasa a ti?
—No me pasa nada —frunzo el ceño.
—Mira, Katherine, podrás intentar engañarte a ti misma, pero no a mí. Soy tu madre y sé cuándo mientes mejor que tú.
—¿Y eso a qué viene?
Ella suspira y empieza a dar golpecitos en el volante con la punta de los dedos.
—¿A qué has venido exactamente?
—Pues a despedirme de Bianca, de Emily...
—Y de David.
—Ni siquiera me acordaba de él.
—Sí, y el labial y la falda nuevos te los has puesto pensando en Emily, ¿no?
Aprieto los labios. No me gusta cuando hace estas cosas.
—Si tienes algo que decir, dilo ya —le digo, enfadada.
—A ver... —busca las palabras adecuadas—. Eres feliz saliendo con Elliot, ¿no es así?
—Pues claro que lo soy.
—¿Y él te quiere?
—Claro que sí.
—¿Y tú le quieres?
Le frunzo el ceño otra vez.
—Mamá, esas son palabras muy fuertes.
—Pues hace un momento no has dudado un momento en decir que él si te quería —me dice, sonriendo—. ¿Y a David? ¿Le querías?
—Claro que no —le espeto—. Se lo dije a él una vez, ¿quieres que te lo repita, mamá?
—Bueno, tú puedes decir lo que quieras —ella suspira—. A lo que quiero llegar es a que... bueno...
—¿A qué? —me impaciento.
—A que últimamente ya no veo la chispa que veía antes en ti.
—¿Antes, cuándo?
—Cuando estabas con David.
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Cuando todo llegue
RomanceTodos odiamos el instituto, eso es un hecho. Pero cuando te llamas Katherine Crawford todo es peor, mucho peor. Si alguien me hubiera dicho que mi primer día en último año iba a ser así de malo, me habría quedado en casa durmiendo. Pero no, como soy...