Capítulo 13

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Como de costumbre, estoy en una fiesta observando a la gente pasar mientras doy sorbitos a un vaso de agua.

Me pregunto de quién demonios habrá sido la idea de hacer cuarenta fiestas semanales. Estoy harta de escaparme por la ventana cada noche.

La fiesta es en casa de mis vecinos, por lo que ha sido bastante fácil —y la posible huida también lo será—, y otra vez voy en sudadera y zapatillas. La ventaja de ser yo es que podría llevar una bolsa de basura y un letrero luminoso sobre la cabeza, porque aún así la gente ni se fijaría en mí.

Me levanto y me paseo un poco por la casa. No es mucho más grande que la mía, pero sí que se nota que los muebles son mucho más caros. Me pregunto si nadie se preocupará de su estado al final de la noche. Al final, termino sentándome en una de las sillas de fuera, junto a un grupo de fumadores compulsivos que hablan de sus exámenes finales. Mira que yo sé poco de esto de socializar, pero, ¿no tienen mejor tema de conversación que la escuela?

—¿Se puede saber... —pregunta una voz justo delante de mí— ...por qué vas así vestida en mi fiesta?

Madison me mira con una mueca de horror.

—Yo me veo bien —me encojo de hombros.

—Y eso, precisamente, es lo peor.

Ella mira a su alrededor, casi para asegurarse de que nadie esté viéndola hablar conmigo. Después, me hace un gesto.

—Sígueme, te pondré algo decente.

—No creo que me quepa tu ropa —señalo—. Y tampoco es mi estilo.

—Tu estilo es una basura.

—Vaya, gracias.

—Te he dicho que me sigas —me repite, entrecerrando los ojos.

Me pongo de pie suspirando y veo que ella se mueve con gracilidad entre la gente. El noventa por ciento de los chicos que se cruzan con ella se quedan embobados unos segundos. No sé si me da envidia o lástima. Yo lo pasaría mal si fuera al revés.

Madison se detiene de golpe y me sonríe maliciosamente.

—Mira, tu Romeo y tu amiguito.

Asomo la cabeza y veo que, dentro de la cocina, David habla con sus amigos a un lado y Jesse está bebiendo una cerveza solo en el otro. Parece triste.

Durante un instante, los dos clavan la mirada en mí y me hacen un gesto para que me acerque, y no sé qué hacer. David es mi mejor amigo, y parece contento de verme, de hecho, habíamos hablado de estar juntos toda la noche, pero Jesse está solo...

Jesse sonríe cuando me acercó a él. Prefiero no ver la expresión de David, aunque a los pocos segundos veo por el rabillo del ojo que sale de la cocina.

—¿Qué haces aquí solo? —le pregunto.

—Es una zorra —me dice arrastrando la voz, por lo que deduzco que está realmente borracho—. Se acostó con otro.

—Hay muchas otras chicas en el mundo —digo, sin saber muy bien cómo consolarlo.

—Y yo voy a conseguir que esta noche alguna venga conmigo —me dice, entrecerrando los ojos—. ¿Has venido sola?

—Mhm... más o menos.

Después tendré que ir a buscar a David. Puede que se haya enfadado conmigo.

—Eres una buena amiga, Kat —me dice apoyando una mano en mi hombro—. Todo el mundo lo sabía, pero solo tú me lo contaste.

—Bueno...

Cuando todo llegueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora