No sé cuánto rato hemos estado mirando la serie mientras David no dejaba de estornudar y toser y yo me acomodaba.
Alguien llama a la puerta suavemente y lo primero que pienso es que debe ser la señora Walker, pero cuando una cabecita pequeña se asoma a la habitación no puedo evitar sonreír cuando veo que es Emily, con una bandeja de galletas. Al verme, vuelve a ponerse roja. No se mueve de la puerta.
—¡Em! —David se incorpora un poco, con el ceño fruncido—. ¡Sabes que no puedes venir aquí!
Lo miro sorprendida, ¿cómo puede hablarle así?
David ve cómo lo estoy mirando y levanta las manos, como si lo apuntara con una pistola.
—Está delicada de salud, si le pego el resfriado... —niega con la cabeza.
—Oh.
Me siento un poco estúpida por haberlo mirado de esa forma. Me pongo de pie y ella me da la bandeja. Le doy las gracias y se va prácticamente corriendo. Vuelvo a la cama con David —qué raro suena eso— y él es el primero en morder una.
—No noto el sabor por el estúpido resfriado, pero por la pinta que tienen, supondré que están buenas —me dice con la boca llena.
—Creo que a tu hermana no le gusto demasiado —le comento, mirando la puerta por la que acaba de salir.
—¿Por qué dice eso?
—Creo que no me ha dicho nada desde que llegué.
—Ah, bueno. Emily es muy tímida. Muchísimo. Y no está acostumbrada a ver chicas mayores que ella —se encoge de hombros, restándole importancia—. Además, si no le gustaras, te darías cuenta.
—¿Por qué?
—No le gustaba una novia que tuvo mi hermano hace unos meses y se pasaba el día mirándola con mala cara y, accidentalmente, le cayeron tres vasos de agua sobre ella —abro mucho los ojos, sorprendida. Él empieza a reírse—. Créeme, se lo merecía era.... —pausa, hace un estornudo—. En fin, el hecho de que le gustes demuestra que yo tengo mejor gusto en chicas.
Voy a robar otra galleta, cuando caigo en lo que acaba de decir. Entrecierro los ojos.
—¿Qué insinuas?
—Estamos aquí, en mi habitación, solos... puede pasar cualquier cosa.
—Sí, puedo tirarte por la ventana —levanto una ceja.
Él empieza a reírse a carcajadas, pero tiene que parar cuando tiene otro estornudo.
—Según un maestro de historia que tuve, si haces más de tres estornudos seguidos, mueres —le dije—. Eres un cadáver andante.
—Me presentaré a un casting de The Walking Dead.
Nos quedamos un rato más mirando la serie hasta que me doy cuenta de la hora que es.
—¡Puñetas! —me pongo de pie de un salto.
—¿Qué? —lo he asustado.
—¡Mi madre me matará!
—¿Te has escapado para venir a verme? —sonríe, mordiendo una galleta—. Me siento como Julieta.
Miro por la ventana. Todavía llueve muchísimo. Considero las posibilidades de que mi pequeño paraguas no salga volando mientras me pongo las botas otra vez. David se acomoda un poco. Ahora que lo miro bien, la verdad es que sí tiene mala cara. Está más pálido que de costumbre y tiene ojeras. Sin embargo, parece tan alegre como de costumbre. Cuando me pongo de pie, me sigue con la mirada.
ESTÁS LEYENDO
Cuando todo llegue
RomanceTodos odiamos el instituto, eso es un hecho. Pero cuando te llamas Katherine Crawford todo es peor, mucho peor. Si alguien me hubiera dicho que mi primer día en último año iba a ser así de malo, me habría quedado en casa durmiendo. Pero no, como soy...