—Fue horrible. Horrible —digo, entonando cada sílaba lentamente.
—No pudo ser tan malo —me dice Sean.
—¿Qué parte? ¿La de estar diez minutos con mi madre haciendo un interrogatorio a David?
—Pues sí suena horrible —dice tranquilamente Madison, pasando a la siguiente página de su revista.
—¿Y tú qué lees? —le pregunta Sean.
Ella levanta la revista, enseñándonos la portada como respuesta.
—Una revista de cotilleos —aclara Elliot distraídamente.
—Joder, Mad, eso te va a destrozar el cerebro.
—Esa boca —murmuro.
—Todo el mundo dice odiarlas pero luego son las más vendidas —Madison enarca una ceja por encima de la revista—. Y sí, te estoy juzgando con la mirada.
—¿Hola? ¡Estábamos hablando de mi problema! —me enfurruño—. ¿Es que nadie escucha?
—Kat, querida —Sean me pone una mano en el hombre, como un padre que está a punto de contar la clave de la vida a su hijo—, eres una dramática.
—¡No es cierto! —digo, irritada.
—Exagerada —murmura Madison, sin dejar su revista.
—¡He dicho que no lo soy, vosotros sois crueles conmigo!
—Dra...
—...ma...
—...ti...
—Ni se te ocurra decir la última sílaba o...
—...ca.
—Os odio —sentencio, levantándome con mi dignidad y mi mochila—. ¡Sois unos malos amigos!
—¡Si dentro de cinco minutos ni te acordarás de por qué estás enfadada! —protesta Sean.
—¡Porque soy una hermosa persona, no como tú! —señalo a Madison—. ¡Si tú!
Avanzo hacia Elliot, que estaba mordiendo su manzana tranquilamente, y lo agarro del brazo, arrastrándolo conmigo. Él se deja llevar sin inmutarse.
—¡Me voy con el último amigo que me queda!
—¡Pero si Elliot es un ente, no un amigo! —dice Madison.
—El ente tiene sentimientos —replica Elliot.
—Tú qué vas a tener.
—Como sea —levanto la cabeza, digna—. Adiós, ex-amigos.
Ellos se quedan cotilleando sobre los famosos mientras yo arrastro a Elliot unos metros, para después detenerme, mirando las tiendas que tengo alrededor.
—Tengo que comprar regalos a mis padres y a mi hermano —digo más para mí misma que para él.
—Ah. Guay.
—¡Acompáñame!
No responde, pero como no dice nada supongo que está de acuerdo. Recorro las tres primeras tiendas sin encontrar nada que me guste. En realidad, no hay nada que me guste en general, parece que la gente ya se ha llevado todo lo bueno. Ni siquiera sé qué quiero regalarles.
—Si quieres, te ayudo —me dice Elliot.
Acepto no muy convencida, pero cuando hemos entrado en dos tiendas y ya voy con las manos llenas de bolsas, me doy cuenta de que Elliot es realmente bueno con los regalos. Ha pasado ya una hora desde que abandonamos a los demás cuando me detengo, cansada.
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Cuando todo llegue
RomanceTodos odiamos el instituto, eso es un hecho. Pero cuando te llamas Katherine Crawford todo es peor, mucho peor. Si alguien me hubiera dicho que mi primer día en último año iba a ser así de malo, me habría quedado en casa durmiendo. Pero no, como soy...