Capítulo 27

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Cuando salgo de casa, me encuentro con David, esperando junto a su coche. Entramos ambos y lo miro de reojo. Trato de no pensar en nuestra conversación del otro día, o más bien en lo que me dijo April.

—No me explico cómo ha convencido tu madre a la mía —le digo, poniéndome el cinturón.

—Mi madre tiene un don para eso —se encoge de hombros—. La cosa es que te hayan dejado venir a cenar.

—Vais a terminar adoptándome.

—Oye, pues tendría su puntito —me pone una mano en la rodilla—. Hermanita.

—¿Cómo puedes hacer que todo suene así?

—¿Así? —pregunta, divertido, quitando la mano.

—Así de sucio.

—En el fondo te gusta —asegura.

Me hago la enfurruñada, subiendo el volumen de la música.

Su madre y su hermano y han puesto la mesa cuando llegamos. Por primera vez, conozco a la cuñada de David —no me acuerdo de su nombre, ups—. Enseguida me doy cuenta de la diferencia de trato que le dan. Conmigo siempre son abiertos y simpáticos, pero con ella se los ve desconfiados y reacios a entablar conversación. No tardo en darme cuenta de por qué.

—Entonces, tú eres la novia de David, ¿no? —me suelta en medio de la cena.

Por supuesto, toda su familia se queda mirándome.

—Sí —murmuro, avergonzada. Tampoco era para decirlo así.

—Ya veo —me mira de arriba a abajo, sonriendo—. Qué monos, los niños.

—Si tienes dos años más que ella —le dice David, frunciendo el ceño.

—Háblame bien —advierte ella.

—No me...

—David, habla bien —le dice su hermano, con mala cara.

La chica —creo que se llama Emma, así que la llamaré así— sonríe ampliamente. David aprieta los cubiertos entre los puños. Me da la impresión de que no es la primera vez que tiene lugar esta discusión.

—¿Y de qué os conocéis? —me pregunta a mí directamente.

—Mhm... me da clases de repaso y eso —le digo, notando la tensión entre David y su hermano.

—Así que lo suspendes todo —me dice ella—. ¿Es porque no estudias o porque eres tonta?

Abro la boca, sorprendida. Me ha dejado tan sorprendida que ni siquiera sé qué decirle.

Por suerte, Emily interviene por nosotras. Agarra un raviol de su plato y se lo lanza a la cabeza a Emma. Ella ahoga un grito cuando la salsa le salpica por toda la camiseta.

—¡No la llames tonta! —exclama Emily, enfadada.

—¡Emily! —Bianca está tan sorprendida como yo ante la situación.

—Pero, ¿qué haces, pequeño diablillo? —le espeta Emma, furiosa.

—¡No le hables así a mi hermana! —le exige David.

—¡Le hablo como quiero, tú no eres nadie para decirme qué hacer o no!

—¡Estás en mi casa!

—¡Nuestra casa, no tuya, vieja bruja! —exclama Emily, preparándose para lanzar otro raviol.

—¡Basta! —exclama el padre de David, en un intento de poner paz.

No sirve de nada.

—¡Siempre viene aquí como si todo esto fuera suyo! —añade David, mirando a su hermano.

Cuando todo llegueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora