—Ugh —suelta Sean nada más verme.
—¿Qué? —le pregunto al subirme al coche.
—Vas horrible —me suelta Madison, desde la parte de atrás—. ¿Qué clase de disfraz es ese?
—Soy Wednesday Addams —me miro a mí misma. Con lo que me ha costado hacerme las trenzas iguales—. ¿No voy bien?
—Pues no. Pareces una monja.
—Pero, ¿se os ha olvidado a todos que Halloween es para asustar o qué?
Madison va con un disfraz de diablillo que le cubre, como mucho, la mitad del cuerpo. Pero está impresionante. Por otro lado, Sean va con un disfraz de Joker.
Digan lo que digan, el mío es el mejor.
El trayecto a casa de Jesse se me hace más corto que de costumbre. Trago saliva mientras Sean deja en coche en la acera que hay justo delante, apretado entre más coches que reconozco del instituto. Veo a gente entrando a la casa con abrigos, aunque no dudo que debajo hay disfraces más parecidos al de Madison que al mío.
—Repasemos los objetivos de esta noche —me dice Sean mientras vamos hacia la casa. Madison deambula detrás de nosotros, observando a los chicos que pasan a su alrededor.
—No hay objetivos —le digo, de mal humor—. Ni siquiera sé por qué estoy aquí.
—Céntrate, mujer —me dice, pasándome un brazo por encima del hombro—. Nosotros estamos aquí, siempre podemos darle una paliza a alguien para defenderte.
—Es un gran apoyo.
—Es el mejor que tienes, no te quejes —me dice Madison.
Entramos en la fiesta, que está igual de llena que las otras, con la única diferencia de que, en esta ocasión, la gente va con disfraces llamativos. Empiezo a buscar con la mirada enseguida, y veo a los amigos de David, Erik y Riley, en el fondo, por lo que supongo que no deben andar muy lejos.
—Bebamos algo —les digo, porque lo necesitaré.
—Buena idea —sonríe Sean.
Al dirigirnos ahí detecto otras caras no tan agradables, como por ejemplo la de April y Melanie, que se quedan mirándome al pasar. April va vestida con un disfraz de diablo, como Madison. Las dos se dan cuenta enseguida, y las miradas de odio profundo empiezan de nuevo. Sin embargo, he de decir que, objetivamente, le queda cien veces mejor a Madison.
O quizá lo pienso porque no soporto a April, que también puede ser.
—Toma —Sean me pasa una cerveza al llegar a la cocina—. No te pases. Tampoco queremos que termines la noche vomitando.
—Gracias, papá.
—Eso tiene cierto tono sexual.
Lo empujo ligeramente por el hombro, sonriendo.
—¿Dónde está Madison? —pregunto, al darme cuenta de que ha desaparecido.
—Bailando por ahí con algún chico —se encoge de hombros él—. ¿Qué quieres hacer tú? ¿Bailamos?
—Sí... no. Mejor no. No lo sé. Estoy nerviosa. Puñetas.
—Relájate. No pasará nada.
—No lo sabes —le digo en voz baja.
—A ver, estás en una fiesta llenas de chicos con las hormonas revolucionadas. Lo peor que puede pasarte es que tengas que darle un puñetazo a alguno.
—Nunca he dado un puñetazo —digo, pensativa.
—Es algo natural, créeme.
Miro a mi alrededor. Sé que he quedado con ellos en que me centraría en Jesse y no pensaría en David, pero me encuentro a mí misma buscándolos a él y a Claire continuamente. Me muerdo el labio inferior y me asqueo por el sabor del pinta labios oscuro que me ha dejado Melanie.
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Cuando todo llegue
RomanceTodos odiamos el instituto, eso es un hecho. Pero cuando te llamas Katherine Crawford todo es peor, mucho peor. Si alguien me hubiera dicho que mi primer día en último año iba a ser así de malo, me habría quedado en casa durmiendo. Pero no, como soy...