Me quedo mirando mis notas. No me creo que sean mías.
—Enhorabuena —me felicita Elliot, poniéndome una mano en el hombro.
—No me lo creo —murmuro—. He aprobado todo.
—Pues créetelo. A parte de rarita eres lista —me felicita (creo) él.
Veo que él está en la parte de arriba de la lista, el segundo. La primera es Dana, la delegada, el tercero David. ¡Yo soy la diez! Nunca había pasado de la 22. Tengo que decírselo a mi madre.
—¿Cómo has podido sacar sobresaliente en casi todo? —le pregunto, apartándome como si fuera intocable o algo así—. ¿Qué te tomas para desayunar?
—Tengo memoria —se encoge de hombros.
—Pues ya podrías compartirla un poco.
Él sonríe, justo cuando escucho que alguien grita mi nombre. Veo que, en el fondo del pasillo, Madison se acerca a toda prisa, alarmantemente preocupada para ser ella. Quizá no ha visto sus notas todavía —que son mucho mejores que las mías— y está nerviosa por eso. Después, recuerdo que estamos hablando de Madison y que no es posible que en su universo las notas sean tan importantes.
Elliot parece tan sorprendido como yo cuando se detiene y nos pone una mano en el hombro a cada uno.
—Tenemos que hablar —dice, sin aliento—. Urgentemente.
—Pero, estábamos... —empiezo, pero me callo al ver su mirad asesina.
—He dicho que urgentemente —repite—. Seguidme.
Confusos, la seguimos por el pasillo y me percato de que esta mañana, que es precisamente la última —ya que vienen las vacaciones de Navidad— no he visto a David. Probablemente se haya quedado dormido y no venga hasta la próxima hora. Y lo peor es que aún así sacará mejor nota que los que sí hemos ido.
—¿Vas a decirnos ya qué pasa?
Elliot parece cansado cuando Madison se mete en nuestra próxima aula y mira atentamente a los que ya esperan al profesor. Nos sentamos en los sitios que solemos ocupar David y yo y veo que Madison se pone seria, mirándome.
—Tengo que contarte algo —me dice.
—¿Y me necesitáis a mí? —pregunta Elliot, enarcando una ceja.
—Mhm... no realmente.
—Pues, ¿por qué me has arrastrado por medio instituto? —pregunta, cansado.
—Cállate, no me interrumpas —lo señala, y parece que quiere decir algo más, pero levanta la mirada y pone mala cara.
—¿Katy? —escucho la voz nasal de April, cosa que me pone directamente del mal humor.
Me doy la vuelta lentamente. Melanie y ella están sujetando por los brazos a Claire, que parece aún más confusa que yo. Me mira, como preguntándome qué está pasando. A mí me preocupa más la sonrisa que tiene April.
—¿Qué quieres? —pregunto a April.
—Chicas —las llama amablemente Claire—, ¿podéis soltarme?
—No, todavía no —Melanie parece también centrada en lo que está a punto de decir April, que no deja de sonreír.
Veo por el rabillo del ojo que Madison y Elliot intercambian una mirada. A Elliot se le cambia por completo la expresión por una sombría, y me entran ganas de preguntarles, pero no lo haré con esas dos delante.
—Si no vas a decir nada... —le digo— estábamos en medio de una conversación y nos gustaría seguirla.
—Créeme, te interesa más a ti que a mí —me dice April—. Claire, querida.
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Cuando todo llegue
RomantizmTodos odiamos el instituto, eso es un hecho. Pero cuando te llamas Katherine Crawford todo es peor, mucho peor. Si alguien me hubiera dicho que mi primer día en último año iba a ser así de malo, me habría quedado en casa durmiendo. Pero no, como soy...