37.

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Dejé de caminar cuando llegué a una banca de un pequeño pero hermoso parque.

-Hola...- La voz de Pan me asustó por un momento haciéndome dar un pequeño salto.

-Hola.- Lo miré dándole una pequeña y falsa sonrisa, si que Roberto me afectaba.

Regresé mi mirada a unas hojas secas que se encontraban tiradas en el suelo. Sentí una mano en mi muslo derecho, volteé a ver a la persona a la que le pertenecía la mano. Pan.

-Siempre te hace lo mismo,- Suspiró.- ¿Cuándo serás feliz sin que él se interponga?- Me miró con el ceño fruncido y una mirada triste.

-Me siento estúpida.- Llevé ambas manos a mi cara.- Dejé que él se interpusiera en mi felicidad cuando él ya la tenía.- Un pequeño sollozo se hizo presente de mi parte.- Sabes...- Miré al chica castaño que ahora tenía una mirada atenta en mí.- Veo que tú fuiste el único que se preocupó por eso...- Sollozaba hasta sentir unos brazos rodearme.

Pan me tenía en un cálido abrazo. Besó mi cabeza.

-Tú eres mi única felicidad, por eso me preocupo.- Susurró en mi oído.- Si por mí fuese te haría mi novia, pero se que no pasará pronto.- Besó nuevamente mi cabeza.

-Te quiero demasiado.- Lo abracé fuertemente.

-Yo te quiero más, Emma.- Unas lágrimas caían por mis mejillas.

Pasó un rato del abrazo, dejé de llorar ante varias bromas de Pan que hacía para verme sonreír, pocas veces lo lograba, no daban risa. Don comedia. Regresamos a casa y todos incluyendo a la familia del castaño estaban en la sala de estar.

Al entrar nos miraron atentos a excepción de Roberto, el mencionado caminó hasta nosotros con intención de hablarme, al notar la acción Manuel me jaló delicadamente detrás de él.

-No intentes nada, Roberto.- Pan se notaba serio, demasiado para ser él.

-Solo quiero hablar con ella,- Me miró con pena.- de nosotros.- Lo miré atónita.

-No hay un nosotros, Roberto. Dejó de existir un "nosotros".- Él me miró y pasó su vista al suelo, agachando la cabeza.- Creo que de ahora en adelante nuestros caminos son distintos.- El con brusquedad alzó la cabeza mirándome con el ceño fruncido.

-¿A qué te refieres?- Me señalaba con un dedo.- Somos solo tú y yo.- Se señaló a sí mismo con el mismo dedo.

-No somos tú y yo.- Agaché la mirada.- Tú terminaste con eso.- Alcé la cabeza furiosa y con el ceño fruncido, transmitía enojo.- Creo que deberíamos tomar diferentes caminos y hacer como si nada de "esto", hubiese pasado.- Hablé firme mientras hacía comillas con los dedos. ¿Qué mierda estoy haciendo?

-Si eso es lo que quieres, entonces eso se hará.- Caminó hasta estar cara a cara con Pan.- Cuidala bien.- Tomó su hombro recibiendo un asentimiento de cabeza por parte del castaño.

Roberto salió de la casa sin dirigir la palabra con la nadie más, los esposos se despidieron y salieron casi corriendo detrás de él mencionado anteriormente. Solté un largo y pesado suspiro mientras analizaba todo lo que había pasado recién. Una mano sobre la mía me hizo reaccionar.

-Ahora puedes ser feliz sin preocuparte de nada.- Recibí una sonrisa reconfortante del castaño que ganó una leve sonrisa mía.

-Supongo que sí...- Susurré mientras miraba al castaño.

Nadie decía nada, caminé hasta la habitación que compartía con Manuel me tiré en la cama pensando sobre todo, todo lo que había pasado en mi vida, muchos recuerdos venían a mí, cosas tristes y cosas felices, soltaba risitas involuntariamente, poco a poco sentí mis ojos cristalizarse.

Todo sería más fácil si estuvieses aquí para decirme que hacer... papá.

La pérdida de mi padre fue el peor momento, recuerdo el vacío, Roberto fue el que me sacó de ese agujero cuando caí en depresión. ¿Ahora quién me sacará? Veía todo borroso hasta que varías lágrimas caían por mis mejillas hasta el punto de hacerme romper en llanto, extrañaba mi vida de antes, quería regresar a cuando tenía a papá, tras un buen rato llorando caí en un profundo sueño.

Si intentas huir... 《RobertoCein》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora