Prólogo

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𝔐i padre había tenido la idea, a mi madre no le hacía gracia que su niña se fuera, mucho menos tan pronto

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𝔐i padre había tenido la idea, a mi madre no le hacía gracia que su niña se fuera, mucho menos tan pronto. Yo en parte tenía ganas de probar la independencia, pero también me daba mucho miedo.

Al final, mi padre convenció a mi madre y cuando llegó el inicio del curso, me llevaron ellos mismos a Morganville, donde comenzaría en un nuevo instituto para irme acostumbrando a la ciudad, ya que al año siguiente comenzaría a asistir a su universidad.

Lo único que me dolía dejar atrás eran mis padres y mi única y mejor amiga, Anne. Aunque también dolía dejar atrás el lugar en el que había nacido y crecido.

Pero ya estaba hecho, ya estaba allí.

La universidad, como futura alumna, me había invitado a quedarme en su residencia hasta que encontrase otro lugar en el que vivir, siempre y cuando pagase mi estancia. Mis padres habían estado buscando, pero no encontraban ninguno con el que se sintieran seguros porque me iba a quedar sola... y al paso al que iban, nunca lo encontrarían porque nada era adecuado para ellos.

Por eso me puse manos a la obra yo misma.

Quería irme de allí cuanto antes porque había mucho ruido y me había enterado de que no hacía mucho habían empujado a una chica por las escaleras y la causante había salido impune. ¿Qué clase de universidad era aquella? ¿No se suponía que los universitarios ya habían madurado? Me daba miedo que fuese como el instituto... aunque allí aún no había hecho ningún amigo.

El mismo día que me enteré de lo de la chica busqué un lugar en el que quedarme.

En el tablón de anuncios de la universidad vi que estaban buscando un miembro más para compartir gastos en una mansión. ¡Una mansión! Y era increíble que el pago no se saliera del presupuesto. Pensé que podía arriesgarme a probar, conocer a sus habitantes y ver si eran de fiar antes de contárselo a mis padres, así que al volver a la universidad después de clase, llamé por teléfono.

―¿Quién es? —preguntó una voz masculina y seria.

—Hola —saludé con timidez—. Me llamo Victoria. He visto el anuncio sobre la mansión compartida y estoy interesada.

—¿Victoria qué?

—Carter.

—Peter vuelve a las cinco, puedes venir sobre esa hora a hablar con él —dijo y después me dio la dirección.

—Vale, pero...

Me quedé callada de repente, porque me había colgado.

¿Y yo iba a vivir con alguien así? Mis alarmas saltaron enseguida, pero no permití que aquello me echase para atrás. No tan pronto.

Así que recogí mis cosas, que eran pocas porque apenas había deshecho la maleta, y dejé la residencia.

Así que recogí mis cosas, que eran pocas porque apenas había deshecho la maleta, y dejé la residencia

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Morganville Chronicles #1 - La debilidad de ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora