Capítulo 10. Vivir sin miedo

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Pasaron varias semanas de calma en las que solo tuve que preocuparme realmente por los exámenes parciales que tenía de vez en cuando

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Pasaron varias semanas de calma en las que solo tuve que preocuparme realmente por los exámenes parciales que tenía de vez en cuando. Era extraño, pero no había vuelto a saber nada de Elliot y tampoco había tenido otro encontronazo con nadie.

No obstante, había comenzado a fijarme en mi entorno con nuevos ojos. Cosas que antes me pasaban desapercibidas, ahora me ponían nerviosa. Una de ellas eran los coches con cristales tintados en todas las ventanas, incluidos el parabrisas y la luna trasera.

Otra cosa en la que me fijaba era en quiénes llevaban brazalete y quiénes no. Aunque con la ropa de otoño que llevaban algunas personas no podía verles siempre las muñecas.

También había visto en sitios cerrados a algunas personas con la piel tan pálida como Elliot, más que la de mis amigos. Era increíble cómo nunca antes me había preguntado si estaban enfermos, porque aquella palidez en el sur de Texas no era algo precisamente común.

Y además estaba segura de que hacia Territorio Neutral también había algún túnel y que era por allí por donde había llegado Elliot cuando lo conocí.

Algo raro que noté también era que algunas personas, sobre todo las que tenían brazalete, me miraban con extrañeza.

Respecto a la vida "normal", era incómodo ir cada día a la misma clase que Miranda y sus amiguitas, pero por el momento podía soportarlo.

La verdad es que los primeros días nos habíamos mirado mal mutuamente cada vez que nuestras miradas se cruzaban y ella me había llegado a amenazar, pero no le hice caso y acabé siguiendo con mi vida.

Ahora que había cambiado de ciudad y de aires no podía permitirme recaer en "viejos hábitos" como dejarme atormentar por hostigadores.

Incluso había hecho una amiga nueva.

Había sucedido hacía apenas unos días atrás, cuando la misma Miranda y sus "Miranditas" habían intentado molestar a una chica que acababa de llegar. Cuando fui a ayudarla, me sorprendió que no le hiciera falta.

—No te atrevas a hablarme así, ¡tú no sabes quién soy!

—Como si eres la reina de Inglaterra. Me importa un bledo. —Había contestado la chica mordazmente, haciendo que las Miranditas exhalaran aire con gran sorpresa.

—Te arrepentirás de esto —masculló Miranda.

—¿Cómo? ¿Encerrándola en tu sótano o denunciándola? ¿O ambas cosas?

Miranda me miró con furia en ese momento, pero luego sonrió, aunque el gesto fue una mezcla de dos emociones que lo hacían parecer una expresión de asco.

—No creo que ella sea tan estúpida como tú.

Hice una mueca de disgusto, tanto por el comentario como por el hecho de que me hubiese "ganado".

—No sé de qué estupidez hablan, pero aquí la única que parece derrocharla eres tú —contestó la chica nueva y Miranda apretó los labios mientras sus amigas se tapaban la boca con una mano, asombradas.

Morganville Chronicles #1 - La debilidad de ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora