Capítulo 22. Las que te llevan a un mal desenlace

21 3 10
                                    

Entre las horas —o lo que parecieron horas— que estuvo Alison en el quirófano, Peter recibió un mensaje de Jacob, lo que me hizo sentir aliviada, y yo vi uno de parte de Roxanne, que decía que Susan había salido bien de la operación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Entre las horas —o lo que parecieron horas— que estuvo Alison en el quirófano, Peter recibió un mensaje de Jacob, lo que me hizo sentir aliviada, y yo vi uno de parte de Roxanne, que decía que Susan había salido bien de la operación. Le respondí que me alegraba por ella y, para distraerme, le pregunté por el chico que estaba con ella. Me dijo que era un amigo nuevo y que se llamaba Mavin.

Esa noche conocí a Monica Morrell y era tan odiosa como me la habían descrito. Ver aquello con mis propios ojos hizo que me preguntase de verdad cómo había podido enamorarse Peter de ella. Muy buena actriz tenía que ser. En algo tenía razón: Monica físicamente parecía un ángel, aunque su rostro desentonaba con la manicura perfectamente cuidada, los stilettos que yo nunca me pondría para un vestuario casual —y, probablemente, para ninguna ocasión— y el cabello perfectamente peinado, como si fuera un personaje de televisión que nunca tiene un pelo fuera de lugar a menos que así deba tenerlo.

Me dieron tanta rabia su tonito de voz y sus palabras horrorosas que quise decirle "¿de qué vas?", pero Peter no me dejó y luego, por supuesto, se lo dije. Tras su explicación, entendí el motivo. Cada vez me sentía peor por él, ¿cómo debía de estarlo pasando, lidiando con lo de Alison y, encima, encontrándose con aquel demonio de su pasado?

Cuando volví a casa y vi a Jacob me quedé tranquila del todo, aunque no pude evitar preguntarle dónde se había metido... pero no sirvió de nada, porque no me respondió nada claro y tuve que dejarlo estar.

Después de cenar en silencio, como almas en pena, me fui a mi habitación y encendí la luz quitamiedos blanca con forma de gato ovalado para no tener tanto miedo si me despertaba de madrugada en medio de una pesadilla. No la había encendido desde que me la había regalado, pero era porque estaba algo más tranquila. Esa noche, no obstante, mi inquietud llegó hasta el punto de que ni siquiera me llegué a quedar dormida.

Y no fui la única.

Por la mañana me vestí y fui a ver si Jacob estaba ya despierto para hablar un poco con él. En efecto, había pasado la noche en vela, leyendo cómics. Estuve lidiando con su negatividad, diciendo que Alison se pondría bien y que pronto la tendría dándole por culo en la casa otra vez.

No estaba funcionando, pero se rio cuando me oyó decir aquella expresión tan impropia de mí.

—Somos una mala influencia para ti —dijo entre risas y yo sonreí. Estuve a punto de decirle que con todo lo que Morganville ocultaba al mundo exterior, las palabrotas que les oía decir no eran nada, pero finalmente decidí callarme el comentario porque no sabía si eso le iba a sentar mal. A Jacob no le gustaba hablar de vampiros y todo lo que ello conllevaba.

Cuando bajamos juntos las escaleras vi a Peter en el pasillo, con el móvil en la oreja. También pude apreciar que llevaba puesta la camiseta que ponía "I Lovecraft" y que le había regalado Alison por Navidad. Me dio tiempo antes de ver cómo Peter se caía de rodillas al suelo mientras se le humedecía el rostro. Abrí los ojos de par en par y los dos corrimos hacia él.

Morganville Chronicles #1 - La debilidad de ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora