Capítulo 31. Una boda y algo que lamentar

54 2 10
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Susan se estaba recuperando de la operación en la que le habían puesto el primer implante coclear y todavía no habían puesto fecha para la siguiente intervención, pero en casa estábamos muy contentas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Susan se estaba recuperando de la operación en la que le habían puesto el primer implante coclear y todavía no habían puesto fecha para la siguiente intervención, pero en casa estábamos muy contentas. Hasta Nathan se había pasado por el hospital para visitar a Susan, aunque yo no estaba muy contenta con eso, así que me había quedado en la habitación mientras estaba él. Recordaba esa forma de ser de Nathan, así me había tratado a mí cuando regresó y dejó a mi madre embarazada de Susan. Todo un padrazo de no ser porque en su vida lo primero era él y después, los demás.

Y parecía que siempre conseguía lo que quería, porque al fin había logrado enganchar a mi madre con un anillo de compromiso. Ella intentaba ocultarlo, pero yo sabía que estaba feliz, emocionada. A veces la oía cantar cuando creía que nadie la veía o la sorprendía mirándose el anillo como si fuera su posesión más preciada.

Probablemente lo era.

Odiaba aquella situación porque temía el momento en el que Nathan volviese a herir a mi madre... y no quería que le metiese ilusiones en la cabeza a Susan como había hecho conmigo, porque a mí eso aún me dolía y ya habían pasado casi siete años.

Aunque al menos mamá había cumplido lo que le había pedido y Susan seguía sin saber que Nathan era su padre. Puede que se encariñase de él, pero sin un lazo de sangre una más que probable separación sería más fácil y menos dolorosa.

—¡Nate! —Se quejó mamá cuando el susodicho entró en la sala en la que estaba ayudándola a arreglarse el cabello— Da mala suerte ver a la novia antes de la boda.

—No te hacía de esas personas supersticiosas, amor —dijo con una sonrisa burlona que me sacaba de quicio.

Mi madre y Nathan eran muy jóvenes y ya estaba acostumbrada a mi madre porque había vivido siempre con ella, pero... en Nathan se me hacía raro.

Estaba vestido con un traje negro y una corbata azul marino. Y mamá era una novia nada convencional: llevaba un vestido a la rodilla, de color negro y mangas cortas que, junto con la parte entre el escote y el cuello, estaban hechas de malla de lunares. Por supuesto su boda no iba a ser algo esplendoroso ni mucho menos tradicional —¿cómo podría serlo en un enlace entre un vampiro y una bruja? Un cristiano se echaría las manos a la cabeza—, habían alquilado un lugar muy pequeño a donde acudirían el alcalde para oficiar la boda y algunos invitados que harían de padrinos y testigos, todos amigos de Nathan, cómo era obvio. Y eso, obviamente, no me gustaba.

Morganville Chronicles #1 - La debilidad de ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora