Capítulo 32. Una profecía cumplida

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Decir que estaba tranquila habría sido mentir como una bellaca

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Decir que estaba tranquila habría sido mentir como una bellaca. Estaba muy preocupada, me había convertido en una paranoica más de Morganville y mi rabia hacia Nathan había aumentado porque sentía que todo eso era culpa suya, porque por haberse casado con mamá Elliot pensaba que nosotras éramos importantes para él y no era así.

—¿Y si de verdad te quiere? —Me dijo Victoria mientras íbamos a casa a pie, a plena luz del sol de las cinco de la tarde.

Habíamos aprovechado que era fin de semana para pasarlo juntas en mi casa porque ambas nos necesitábamos mutuamente.

La mirada que le lancé la amedrentó, pero empezó a explicarse.

—Quiero decir, la gente cambia... y piénsalo, él tenía miedo a morir, ¿no? Ahora es inmortal, así que a lo mejor ahora...

—Mira, si somos su segundo plato tampoco me interesa.

—Bueno, Roxy... Yo no estoy hablando de que te guste, lo quieras o no, sino de que... bueno, tú sabes, de su cambio.

—No sé por qué lo defiendes.

Entonces la que pareció enfadarse fue ella.

—¡No lo estoy defendiendo, lo digo por ti! Solo quiero que intentes verlo desde un punto de vista diferente porque tal y como lo haces ahora solo te está haciendo daño. Tu madre está feliz, tu hermana está feliz y tú te niegas a serlo.

—Claro que me niego, Victoria, no quiero que vuelva a hacerme daño. No puedo controlar los pensamientos y sentimientos de ellas, pero sí los míos.

—No, en realidad no puedes controlar tus sentimientos tampoco...

—Mira, déjalo, no quiero hablar más del tema.

—Como quieras...

—Y lo siento, no quiero hablarte mal, es que este tema me pone de muy mal humor.

—No pasa nada, es normal. Solo una cosa más...

—¿Qué?

—Al menos, piénsalo.

Morganville Chronicles #1 - La debilidad de ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora