Estaba nerviosa. No tanto como estando con Elliot y Petra, pero sí como antes de un examen. La vampira que había fundado la ciudad iba a venir a casa.
Eneas nos informó de que esa noche no habría ningún conflicto con mi "protectora" o su amiguito, pues sabían que tenían una reunión, pero no especificó a qué se refería.
Tampoco me importó, mientras no estuviera cerca de mí o de las personas que me importaban, me daba igual.
Al día siguiente se lo conté a Roxanne en el instituto después de que Jacob me llevara. Así lo habíamos puesto desde que tuve que pasar la primera noche con Petra, para que Alice no volviera a hacer el viaje hasta mi casa en balde.
Conforme llegaba la noche estaba más y más nerviosa y, después de cenar, nos encontrábamos los cuatro en el salón mirando la tele sin verla y sin decir nada. Todos estábamos igual de angustiados.
Eran alrededor de las once de la noche cuando oímos un leve estallido y vimos un resplandor que provenía del pasillo. Todos, alertados, nos pusimos de pie mientras pensábamos —supuse que los demás estaban igual que yo— qué hacer a continuación. No obstante, antes de llegar a una resolución nos sobresaltaron cuatro figuras que entraron en orden por la puerta: primero una mujer, luego dos hombres y, por último, Eneas. ¿Cómo había entrado? ¿No se suponía que también era un vampiro?
Es más, ¿cómo había podido entrar ninguno de ellos? ¿Es que lo que habíamos visto y oído se trataba de una puerta rota?
Los dos hombres que habían entrado en primer y segundo lugar vestían de traje y usaban gafas de sol a pesar de ser de noche y estar dentro de una casa.
Daban miedo, pero sin duda quien más imponía era ella. Daba la impresión de ser una mujer que sabía muchísimo del mundo y que no dudaría en usar todo ese conocimiento en su beneficio, fuese malo o bueno.
Tenía una mirada glacial, no solo por sus ojos azules, sino por lo que estos transmitían —o dejaban de transmitir—; su cabello rubio estaba recogido en un perfecto moño que iba a juego con su anacrónico más propio de la época victoriana que de 2018.
No aparentaba mucha más edad que Elliot y, sin embargo, algo en ella desprendía siglos de experiencia.
—Buenas noches —saludó con una voz dulce y calmada, pero también fría.
—¿Quién es usted? —preguntó Jacob.
—Pueden llamarme Amelie.
A pesar de que era lo que ya me imaginaba, escuchar aquello me hizo sentir un nudo en el estómago. Pero... ¿cómo...? Alison fue quien verbalizó mis pensamientos.
—¿Cómo ha entrado sin permiso...?
—Esta es mi casa, así como todas las demás que llevan el sello del Fundador. No necesito el permiso de nadie para entrar y, por supuesto, yo se lo he dado a mis acompañantes. Ahora ¿por qué no me muestran un poco de hospitalidad?
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Morganville Chronicles #1 - La debilidad de Elliot
VampireDesde fuera, Morganville es una ciudad como otra cualquiera, pero una vez te adentras en sus calles comienzas a darte cuenta de que algo se esconde tras cada esquina en la noche, tras los cristales tintados de los coches durante el día. Eso es lo qu...