Capítulo 26. Pactos con el diablo

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—¿Puedo pasar?

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—¿Puedo pasar?

—NO —dijo Jacob con firmeza.

La mujer sonrió con aire encantador y puso los ojos en blanco.

—Por supuesto, me quedaré aquí entonces.

—¿Qué trato quiere hacer Elliot conmigo...?

—Victoria, no la escuches. No vas a hacer ningún trato con Elliot —dijo Jacob, mirándome con incredulidad—. Lárgate de aquí, chupasangres, y dile a Elliot que se puede meter ese trato por donde le quepa —masculló y estuvo a punto de cerrarle la puerta en las narices, pero lo detuve a tiempo.

—Espera, Jacob, quiero saber qué tiene que decir... por favor —pedí con las cejas caídas. Sabía que lo que saldría por la boca de aquella vampiresa no iba a ser nada bueno, pero tal vez era una alternativa mejor que esperar a que Elliot nos matara a todos.

—No me lo creo... —bufó Jacob.

—Bien, querida. Elliot ha propuesto que te conviertas en mi protegida y a cambio de eso él dejará en paz a tus amigos.

Me quedé estática, mi corazón se saltó un latido antes de empezar a correr una maratón.

—¿Es una puta broma?

—Victoria no va a aceptar eso —dijo Peter con tono tenso y cuando me miró fue desagradable ver el gesto de preocupación que mostró...—. Victoria, no te lo estarás pensando, ¿verdad?

Jacob se giró hacia mí también y se puso entre la mujer y yo una vez más, con los brazos cruzados.

—Ni se te ocurra.

—No tienes que decidirlo ahora, cielo. Aquí te dejo un contrato —dijo sacando una hoja, dentro de una funda, de su bolso y una caja de joyería— y mi precioso brazalete. Te encantará.

Se agachó y dejó ambas cosas en el suelo para luego empujarlas suavemente hasta que estas quedaron en medio de la puerta. Se puso de pie nuevamente y nos lanzó una encantadora sonrisa antes de guiñarme un ojo.

—Nos vemos, guapos —canturreó y se dio la vuelta, pero dijo algo más mientras se marchaba, andando como una modelo en una pasarela—. No tardes mucho en pensártelo, Victoria, la oferta no dura para siempre.

Al siguiente segundo ya no estaba.

Me acerqué a la puerta para recoger lo que me había dejado y luego la cerré.

—En serio, Victoria, ¿pero qué mierdas...?

—Estaré protegida —dije mirando a mis amigos—. No podrán hacerme daño otros vampiros, ni siquiera Elliot, y ustedes no tendrán que preocuparse más por él.

—Ay, Dios, Victoria. Te creía más lista.

—Jacob, no vayas por ahí, relájate —dijo Peter con un tono tan firme que Jacob reculó.

Morganville Chronicles #1 - La debilidad de ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora