Capítulo 4. Feliz cumpleaños

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Desperté en mi cama, así que tardé unos segundos en recordar lo que había pasado aquella noche de madrugada

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Desperté en mi cama, así que tardé unos segundos en recordar lo que había pasado aquella noche de madrugada.

No llegué a ducharme la noche anterior, así que me duché rápidamente antes de bajar a desayunar. En la cocina sólo estaba Alison, preparando tortitas otra vez.

—Hola —saludé tímidamente, a lo que Alison se giró con rapidez.

—¡Vic! —exclamó y corrió hacia mí para abrazarme. Aquello me resultó raro, pero le devolví el gesto— ¿Estás mejor?

—Sí... gracias. Y siento no haberte abierto ayer la puerta.

Ella negó con la cabeza.

—No lo sientas, lo entiendo. Me dijo Jacob que hicieron las paces.

—Sí... me pidió disculpas y me dejó jugar con la consola.

Ella sonrió.

—Guau, eso es un gran paso. ¿Ves? Peter te dijo que no era mal chico.

Antes de irnos me asomé al salón, donde vi a Jacob durmiendo en el sofá de cualquier manera una vez más por no caber en él. Ahora lo veía con otros ojos y sonreí al ver su rostro calmoso. Al menos parecía que no estaba teniendo una pesadilla en aquel momento.

El coche de Alison, que era el que habían usado para ir a buscarme el la noche anterior, era un Ford Fusion de primera generación, lo cual lo convertía en un coche con unos cuantos años ya por detrás. Al menos según me había dicho ella, porque yo ni conocía el modelo. Me dijo que se lo había comprado de segunda mano a un tipo que se había marchado de Morganville después de vendérselo.

Apenas había salido del instituto cuando recibí una llamada de Anne.

—¡Feliz cumpleañoooos! —Fue su saludo y después se puso a cantar el cumpleaños feliz y se rio al final.

—Gracias, Anne, eres la primera que me felicita hoy. Siempre hablo con mis padres por la noche.

—Jo, qué pena. Pero bueno, ¡seguro que te anima lo que te he mandado!

—¿Lo que me has mandado?

—¡Sí! ¿Qué te creías? ¿Que por irte a otra ciudad ibas a quedarte sin un regalo de cumpleaños de mi parte?

—Dios, Annie, eres la mejor amiga del mundo. No por el regalo, sino por el detalle y las molestias.

—Ay, ya lo sé, boba —Casi podía verla poniendo los ojos en blanco al otro lado del teléfono—. No tienes que excusarte. Y, bueno, a lo mejor sí soy la mejor amiga del mundo —bromeó con un tono de falsa arrogancia, haciendo que me riera.

Al llegar a la calle reconocí el coche de Alison y, cuando me fijé bien, vi que ella estaba sentada en el asiento del conductor y me saludó al verme. Le dije a Anne que esperara y me acerqué al coche. Luego me asomé a la ventana del copiloto cuando ella la abrió.

Morganville Chronicles #1 - La debilidad de ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora