Capítulo 7. La familia Jenkins

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Me desperté tan cansada que hasta que no estuve vestida no me acordé de que era sábado

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Me desperté tan cansada que hasta que no estuve vestida no me acordé de que era sábado. Entonces suspiré y me senté en la cama.

No quería bajar a enfrentarme a los chicos, si es que estaban allí. Pero al final tuve que hacerlo porque me estaban rugiendo las tripas.

Bajé y fui directamente a la cocina, donde me encontré no con uno ni con dos, sino con los tres.

—Buenos días —saludé en voz baja, aunque los tres me oyeron porque miraron hacia mí.

—¡Vic! —exclamó Alison, acercándose a abrazarme— ¿Cómo estás?

—De una pieza gracias a nosotros —bufó Jacob, ojeando una revista de cine.

Así que se lo habían contado, pero ella no parecía enfadada...

—Lo siento...

—Déjala en paz, Jacob, no es culpa suya.

—Si me hubiese hecho caso...

—Que te calles, hostia.

—No se peleen... fue culpa mía.

—¿Ssbes qué? Me lo contaron cuando bajé hace un rato, estos dos me dejaron durmiendo en vez de avisarme.

—Si no me oíste cuando llamé a Peter no es culpa mía.

—¡Sabes que duermo escuchando música, gilipollas!

Jacob solo soltó un bufido.

—¿Puedes dormir con la música alta? —inquirí, intuyendo que la tenía alta si no había oído a Jacob gritando.

—Puede dormir escuchando heavy metal —respondió Peter con una sonrisilla.

—Ostras... —comenté, sorprendida. A Alison le gustaba el heavy metal.

No se habló mucho más durante el desayuno, aunque Alison y Peter dijeron que iban a aprovechar que ninguno de los dos tenía que trabajar ese día para ir a dar un paseo por ahí. Así que me tocaba quedarme sola con Jacob...

Me sorprendió que no se fuese al salón a dormir, sino que subiese las escaleras. Tenía que hablar con él antes de que se durmiera si era eso lo que iba a hacer.

—¿Vas a estar mucho tiempo enfadado? —pregunté con miedo de su respuesta. Él se detuvo, pero no se giró ni me miró.

—¿Tú qué crees?

—No lo sé, por eso pregunto...

—Te pusiste en peligro por no hacerme caso.

—Yo solo quería tener amigas de mi edad aquí...

Entonces se dio la vuelta y vi que su rostro no reflejaba enfado, sino más bien frustración.

—Victoria, me acojonaste. No tienes ni idea de lo que podría haber pasado. Una broma pesada de esas zorras es lo menos que te pudo pasar.

Morganville Chronicles #1 - La debilidad de ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora