9. ¿Aceptas?

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¿Por qué no has llegado?

Bonita, ¿todo bien?

¿No escuchaste la alarma? Cuando puedas, respóndeme por favor.

Había recibido esos tres mensajes de Poché hace unos minutos, nuevamente, me había levantado tarde pero no por culpa de la alarma, sino que me dormí tarde leyendo unos de mis libros favoritos. Tomé mi teléfono y le mandé un mensaje rápido.

Lo siento, voy en camino.

Tomé las llaves del Audi y conducí hasta llegar al colegio. Me estacioné en el parking del colegio sin importar lo que lleguen a decir y a paso rápido entré al lugar. Llegué a mi casillero y guardé mis cosas y sólo saqué los de la materia, antes de cerrar la mochila, mi teléfono vibró así que decidí tomarlo.

Poché:

¿Ya llegaste? Aunque esta clase ya se acaba en treinta minutos.

Suspiré, la clase terminaba en treinta ¿sería apropiado entrar?. Supongo que no, prefiero que me pongan una ausencia en su materia a que tenga que hacer un trabajo, luego le invento alguna cosa.

No entraré a clases, iré a la piscina escolar, nos vemos en la siguiente clase.

Guardé el teléfono, dejé todas mis cosas y me dirigí hacia la piscina. Entré a los vestidores, me cambié de ropa, salí y caminé hasta posarme en el poyote. Tomé una larga respiración, me posicioné lo mejor que se hacerlo y unos segundos después, salté lo más paralela al agua posible.

Nadé hasta llegar al otro lado de la piscina, de retorno, nadé pero de espaldas, estirando mis brazos hacia atrás. Me sentía relajada cada vez que nadaba, que movía mis brazos en sincronización tranquilamemte para poder desplazarme. El agua me hacía entrar en paz, me hacía sentie tranquila.

Estuve nadando un par de minutos de esa forma hasta que escuché como alguien aplaudía, haciendo que me asustara y perdiera un poco el equilibrio. Alcé mi vista para ver a Poché parada con una sonrisa.

- Eres como los plantas, necesitan agua para vivir - dice ella sonriendo mientras se acercaba a la orilla de la piscina.

- ¿Que haces aquí Poché? - fruncí mi ceño unos segundos antes de que me zambuyera en el agua y nadar hasta quedar frente a ella pero dentro de la piscina. Se agachó para quedar a mi altura.

- Digamos que las clases son aburridas sin tí - se encogió de hombros para luego ponerse pie. Yo la miré anonada por su revelación - ¿Hay alguien más aquí? - enarcó una ceja.

- No - la miré confusa - ¿Por qué preguntas?

- ¿Cómo te colocaste el gorro? - ahora entiendo, me reí por su pregunta. Me zambuyí nuevamente en el agua y salí  rápidamente a la superficie - ¿Entonces? - se cruza de brazos.

- Poché, jamás dije que no sabía colocarmelo. Simplemente que es más fácil que otra persona te ayude pero sé colocarmelo sola - le sonreí burlona a lo que ella gira los ojos - ¿Me traes mi toalla? La dejé en el poyote, por favor - ella asiente y va por la toalla, cuando regresa me pide que salga.

- Dóblala a la mitad - ella me miró confusa pero sin decir nada, lo hace - ahora, colócala aquí - le señalé en la orilla de la piscina, ella lo hace sin chistar - bien, ahora, sientáte.

- ¿Qué?

- ¡Anda! Es que te iba a proponer que nadaras conmigo pero no tengo otro traje que por supuesto, a partir de la próxima semana traeré uno para tí, así que, por lo menos hazme compañía estando ahí sentada, por eso la toalla y... te quitas los zapatos y medias, así puedes entrar los pies al agua ¿si?

La Nadadora Estrella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora