30. Taco mexicano

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- ¿Ma..má? - pregunté cautelosa, vi cómo se espantó un poco y dejó el vaso al lado del lavabo.

- ¿Sí? - pregunta de forma normal.

No sé si estar tranquila o asustarme más.

- ¿P-podemos hablar? - hablé tímida por miedo a su reacción.

- Si es respecto a lo que vi, no es necesario - se dio la vuelta, tomó el vaso y empezó a lavarlo.

- Mamá - susurré, su indiferencia me estaba matando - déjame explicartelo - mis ojos empezaron a picar, mis lágrimas no tardarían en deslizarse por mis mejillas.

- Daniela - comentó suave, dejó el vaso a un lado y se dio la vuelta. Al mirarme, sus ojos se abrieron más - Espera ¿piensas...

- Sí - susurré y ya rodó la primera lágrima.

- Oh no mi amor - se acercó a mi y me abrazó fuerte, la apreté más a mi colocando mi cabeza de costado a su pecho.

Empecé a sollozar en silencio.

- Dani, ¿recuerdas que ya sé sobre tu sexualidad? - pregunta en voz baja mientras acariciaba mi cabello.

- Sí - susurré aún contra su pecho.

- Sé que antes había dicho que solo era una confusión pero desde hace tiempo que no tengo ese pensamiento - sorbí mi nariz y entrecortadamente pregunté sin mirarla.

"¿Me aceptas completamente?" - y la apreté más fuerte.

Sentí que besó la coronilla de mi cabeza y luego susurró las siguientes palabras que hicieron que todo de mi se calmara y me sintiera llena.

- Mi amor, te acepté desde el momento en el que me di cuenta que fui yo la que estaba confundida, no tú. Tú siempre lo tuviste claro. Yo lo tuve claro en el momento en que vi una situación cómo está con una amiga y su hijo hace tiempo; me duele el hecho en que tuve que ver sus acciones y lo que el niño sufría para yo poder reaccionar. Te acepto completamente Dani, eres mi hija y si esa chica hace bien en tí pues... yo encantada de tenerla en la familia - sus brazos me impulsaron a salir del hueco en el que me había metido y mirarla aún con lágrimas en los bordes de mis ojos.

- Mamá... María José es mi novia - dije y me sentí estúpida al momento.

Ella ya lo sabía o lo intuía, sus últimas palabras me lo dejaron claro pero el nerviosismo del momento no me dejaron pensarlo pero de igual forma, quise confirmárselo.

Una sonrisa se dibujó en sus labios.

- Y yo pensando en llevarles comida pero ustedes supieron arreglárselas solas, eh - me sonrojé notablemente y sentí cómo mi madre empezó a pincharme las costillas con sus dedos haciendo que ría escandalosamente.

- ¡Ya, ya mamá!

- Me gusta verte feliz Dani y puedo notar cómo ella lo hace.

Estaba a punto de hablar pero alguien apareció en la cocina e interrumpió lo que iba a decir.

- Ho...la - me giré y visualicé a Poché que entraba con las manos en sus espaldas y la vista medianamente hacia abajo - Señora Soto yo... la-lamento lo que p-presenció, yo... bueno...

¡Santo! Parecía un perrito cuando lo regañaban.

La escuché suspirar y luego levantar el rostro.

- No fue mi intención demostrar aquel... acto en su humilde hogar, si me permite, ofrezco mis disculpas - alcé una ceja.

Poché habla cómo si fuera una señora, bueno... sólo es respetuosa pero, no sé, noto que lo es en exceso.

La Nadadora Estrella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora