38. Una noche

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- Una noche a solas, tú y yo - dice y al instante empuja la puerta levemente dejando ver el interior de ésta.

Mis ojos se agrandaron más de lo normal y mi boca no tardó en tener un evidente gesto de impresión.

- María José... - exclamé con voz a penas entendible.

Mis ojos vagaron por todo el alrededor del lugar, o bueno, lo que la vista me permitiera admirar ya que aún no era capaz de entrar al apartamento.

Desde aquí podía divisar grandes ventanales al fondo del cuarto con un juego de cortinas blancas atadas al borde de los cristales.

Un poco más adelante, podía divisar un juego de muebles, creo que eran cuatro de colores variados ya que dos se veían color blanco con almoadillas marrones y dos muebles pequeños color rojo vino. Habían dos mesas al frente de los muebles, una de éstas portaba un gran florero de girasoles con (creo) unos pétalos alrededor.

Mi admiración fue interrumpida por el tacto de su mano en mi espalda baja, por puro instinto, giré mi cabeza de lado para admirarla ahora a ella y tenía una amplia sonrisa en el rostro.

- ¿Pasamos? - susurró aún con su sonrisa y sentí un leve impulso proveniente de su mano aún en mi cuerpo obligándome a caminar (cosa que se me dificultaba por la impresión)

Escuché como levemente el rechinado de la puerta y al final, el seguro colocarse. Yo seguía mirando hacia el frente maravillada por la inmensa habitación.

Volvimos andar a paso lento mientras mi vista seguía inspeccionando el lugar.

Mientras más me adentraba al lugar, se hacia más grande.

A mi lado izquierdo, subiendo una pequeña escalera se encontraba un piano de cola color negro. Me acerqué a éste y deslicé mi dedo por la covertura admirando aquel instrumento precioso.

- Es hermoso - susurré viendo las teclas blancas.

Salí de mi trance cuando escuché algo estrellarse.

Me di la vuelta buscando de donde proviene el sonido hasta que vi a Poché detrás de la isla de la cocina.

Ella estaba moviendo sus manos con rápidez mientras preparaba algo dentro de un termo.

No sé que tramaba pero no la quise interrumpir y regresé al lugar donde se encontraba la mesa con el arreglo floral de girasoles.

Con delicadeza, saqué una flor del bouquet y la llevé a unos pocos centímetros de mi nariz.

Sonreí al momento que aspiré su aroma con los ojos cerrados.

(No hablaba de la flor)

- Aquí tienes - sentí una mano en mi espalda y al instante apareció Poché entregándome una copa.

Sonreí y tomé dicho envase de cristal, mirándola a los ojos, le di un sorbo a la bebida.

Noté tres cosas:

Cómo me encantó la bebida.

Que la bebida no tenía ni un rastro de alcohol.

Cómo ella me miraba.

- No tiene alcohol - susurró una vez que mis labios se separaron del borde de la copa.

Asentí - Lo noté - dije, me di la vuelta y dejé la copa en la mesa de cristal para luego regresar a ella y coloqué mis brazos alrededor de su cuello.

A los segundos, sentí sus manos rodear mi cintura atrayéndome a ella.

- ¿A qué se debe todo esto? - pregunté mirándola fijamente a sus ojos con una leve sonrisa en mi rostro.

La Nadadora Estrella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora