D I E Z

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D I E Z


Las visitas se hacen constante, Mauro aprovecha cada segundo conmigo y me complace pero no puedo pasar a más con él, no quiero solo complacer mi cuerpo y ya...
No me puedo quejar.

Sarna con gusto no pica y si pica no mortifica. Pero... ¿Que necesito?

La semana pasada puse la demanda del divorcio y la custodia de los niños a favor de Pamela, dentro de unos días será la primera citación y depende de como se desenvuelva será nuestras futuras citas.

América me avisó con tiempo que hoy hay inspección de obra.
Me coloqué unos vaqueros oscuros con una camisa holgada por el calor y me hice una coleta alta me lleve mis lentes de contacto, imagino que el jefecito llevará protectores para la vista.

Bajamos del bus y inmediatamente nos pasan los protectores: casco, guantes, lentes.
Volteo y veo estacionarse un Saab... Bendito auto de los autos.

Es que tiene una colección o ¿qué?

Y se abaja la pelinegra que hace tres semanas era rubia y el asiático.

¿Así de inexpresivo es en la cama?

Venecia deja esos pensamientos…

—Empecemos... —dice llegando a un lado de nosotros.— iremos por todo el edificio y veremos las habitaciones y el avanzado de cada uno...

Empezó a caminar y entramos al edificio que está siendo levantado.

Pasamos de la primera planta a la última que es la número siete si no me equivoco, siete pisos.

Me acerco a un ventanal y veo la distancia hasta el suelo y me produce vértigo. Es mucha distancia ¿Si me lanzó sentiría cosquillas o miedo? Bueno, no lo voy averiguar.

—¿Que haces? —me dice el asiático y casi me da un ataque allí mismos, y casi aclaro mis dudas de vuelo hacia la muerte.

Me llevo la mano al corazón y respiro despacio.

—Por poco del susto me lanzas... —digo entre dientes

—¡No deberías estar aquí!

Ni diviri istir iki

—Estoy viendo la instalación... —me defiendo

—No hablo de este lugar precisamente, no deberías estar en LC&H

—Tranquilo, pronto me iré... tengo planes, no se preocupe.

—Espero que esos planes sean rápidos, me canso verte la cara todo los días.

La misma presencia de Aaron Lovecraft me recuerda a la actitud de Mónica, Melany y Jacob: mis abuelos. Sólo me produce tristeza.
Creo que se dió cuenta porqué de una mirada beligerante pasó a otra que no me dió tiempo de descifrar.
Me moví de su lado y me junté con el resto.
Me gusta estar rodeado de este ambiente, el casco, los lentes de seguridad y todo alrededor, la humedad del cemento y el sonido de las máquinas trabajando.

—Menos mal que tiene un fetiche con el negro —me fulmina con la mirada Stefanía.

Me río al instante de lo que dijo

—¿Y no intentaste con el ronroneo?

Su mirada se oscureció y me causó más risa Oh oh, le ronroneo al jefe.

— Quizás fue tu nariz o tus pechos... ¡ya sabes... —me froto los senos mientras muevo mi nariz

—Te odio Venecia y me la vas a pagar... —dice entre dientes para que yo solamente pueda oírla.

IntensaMenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora