T R E S

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T R E S

Siento que este día será diferente... soy asistente de una nueva área y lo cual me gusta.
Felicidad... Plena felicidad.

Hoy me levanté temprano, me vestí con un pantalón jean oscuro y una camisa blanca de chifón con tacones negros. Lo bueno de esta empresa que no hay uniforme establecido y puedo vestirme como quiero, claro representable. Nunca perdiendo la personalidad.

Estaba lista y tome el transporte que me lleva a la empresa, la cual queda en old Toronto o Downtown como le dicen algunos, en el centro para ser exactos, en medio de muchos rascacielos.

Llego a la oficina y me dirijo a mi puesto, allí está América lista. No se le nota la panza. Si el señor Holmes no dice que está embarazada no me doy cuenta.

—Buenos días...  —saludo

— Hola... llegas temprano. Voy a informarte lo que harás en tu puesto. Como ya viste, hay muchas oficina y allí se encuentra los ingenieros que se encargan de diseñar y hacer los presupuestos de obra de proyectos constructivos además, de su ejecución técnica. —me mira directamente a los ojos, su azul es intenso— también... estableciendo procesos y sistemas de trabajo con los estándares de calidad de acuerdo a las especificaciones técnicas y normas organizacionales y gubernamentales.

—Todo eso, ok.

—Ahh y también toma control de algunos presupuestos, como ya sabes los diseños pasan primero por aquí, bueno primero lo ordena el gerente de proyectos, aquí se coordina para ejecutarlo ¡ahh! también contamos con un área de investigación y desarrollo de procesos.

—Guau, es mucho... por eso esta área es tan grande.

–Si muy importante, como el área de ventas y el gerente de proyectos, tenemos  objetivos sumamente importantes como entregar en tiempo y forma la obra con los estándares de calidad que marca el proyecto, la creación de diseños innovadores bajo el costo y bla bla bla... —hace ademán con la mano para restarle importancia— es algo fastidioso, el señor Holmes me dijo que estudias ingeniería, te debe gustar esto y más cuando vamos a inspeccionar los proyectos.

—Doble guau ¿yo también iré a las obras...? —pregunte esperanzada.

Doble guau.

—Claro, formas parte de nosotros.

—Me encanta... o sea, voy a ir a la obra. —chillé.

—Sip...

—¿No es sólo papeleo?

—Nop...

—Me encanta...

—Que bueno que le encante...  —esa fue la voz de mi jefe. Volteo como la niña del exorcista.

—Buenos días jefe.

—Buenos días Venecia, América... mis ciudades. —se volvió a reír y no se si seguirle la corriente.

—No dan risa sus chistes... —le dice América.

—¿Usted piensa lo mismo señorita Venecia?

¿Que le contesto?

—Pues...

—No me conteste, se que mis chistes son bueno y lo que digan ustedes no cambiará que lo deje de echar.

Ahora si me río.

—Claro, su humor es mata humor señor...

—¿Que quiere decir? —me pregunta

—Con mucho respeto, no se si reírme por su chiste que es malo o reírme porque a usted es el único que le cause risa.

América empezó a reír y el se puso serio ¡Oh Oh Oh!

—Me caes pesada Venecia, no mereces el nombre que tienes, es una hermosa ciudad y tú eres mala.

—Yo solo soy sincera.

—Mejor me voy a trabajar antes de que ustedes me bajen mi autoestima, son insufribles...

Ayude a América a ordenar los diseños futuros por fecha y saqué copias a unos diseños de unas casas, o cabañas... eran pequeñas pero hermosas.
Me encanta este puesto y sobre todo la compañía de América, tiene cuatro años de casada, un bebé de dos añitos y el que viene en camino.
Le conté parte de mi historia, no mucha sólo lo necesario.

—Buenas tardes  —dice un hombre que pasa a la oficina del señor Holmes y cuando volteo ya había entrado.

—¡Que carácter...! —dice América

—¿Quien es?

—Es el señor Lovecraft... es lindo pero lo que tiene de lindo lo tiene de amargado, arrogante, el dios de todo —lo último me lo dijo en susurros.

—¿Ah sí..? No lo conozco pero debo de imaginarme si es igual a todos los de aquí, se salva el señor Holmes.

—Así es.

—Con decirte que la secretaría del señor Uzcategui se creía la dueña del piso,  imagínate...

Se escucha algunas que otras voces altas en el despacho del jefe.

Y la puerta de abre...

—Señorita Kipling... —me mira el señor Lovecraft y que mirada... Dios es chino... chino chino.
Ojos achinados, halados, estirados, tallados, como sea es chino.
Y Dios... alto, un Terminator mandado del futuro para matar a Venecia... es es un dios griego achinado.

Carraspeó—Señorita Kipling, creo que no entendió, ayer yo la despedí.

—Si entendí, pero fue injustificado y por lo tanto va contra la ley... —me crucé de brazos.

—Contra la ley —habló con arrogancia —usted que sabe de ley... —se burla y que risa... es tan perfecto, controlate Venecia. Te quiere despedir.

—La ley garantiza la estabilidad en el trabajo y se limita toda forma de despido no justificado, será nulo. Se instituye la indemnización por...

—Indemnización... a base de qué.

—A base de mentiras, prejuicios causado.

—Yo soy el jefe y decidí despedirla... ¿no entendió?

—Si y yo la contraté... —me defiende Holmes.

Estoy acostumbrada a estos debate  y el no sabe que yo siempre gano.

—Ok, señorita... cuídese y respete las condiciones específicas que deben cumplirse por el contrato a su tiempo determinado, la más mínima falta será despedida —y así se fue dejándome con las ganas de lanzarle el zapato pero es mi jefe, me quedé con las ganas.

Conozco las leyes y se que si hay dudas acerca de la aplicación o concurrencia de varias normas se me aplicará y temo que Aaron Lovecraft usará todo en mi contra... me siento discriminada por mi edad, mi sexo y mi aparente condición social.

—No te preocupes, él es así... se le pasará... —me tranquiliza.
Y entró a su despacho.

–Mi alma... ¡que intenso...! —deja escapar un suspiro América.

—Intenso... ¡Ja! creo que tengo que cuidarme las espaldas.

—Debe ser la chillona de Stefanía que le fue con el chisme.

—Es probable... es chino —se me escapa, lo dije pensando en voz alta.

—Ni se te ocurra, ni se te ocurra volver a decirlo —repite.

—¿Decir que?

—Que es chino, el no es chino. Su familia es coriana canadiense... el es canadiense. No le gusta que le comparen con chinos...

—Oh... gracias por informar, así termina de despedirme.

Ay chinito...

IntensaMenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora