T R E C E
Me levanté muy temprano, se sentía bien la cama, era suave y olía a lavanda.
Me incorpore y tras varias miradas me ubiqué, por un momento se me vino un flashback de la casa de mi madre.
Recordé lo sucedido de la noche anterior, o mejor dicho, lo que sucedió hace varias horas.
Como pude me levanté de la cama y fui al baño.
El baño tiene toallas y productos de higiene. Hice latonería y pintura,o sea, me bañé y me lavé mi cabello y la presión que sentía en mi cabeza, desapareció.
Me vestí y salí, estaba todo silencioso hasta que llegue a la cocina.Tenía mis tacones en la mano y con este vestido y el pelo mojado parecía a una adolescente que regresó a casa después de una huída a una fiesta.
Él olor a café inunda mis fosas y es energía para mi sistema.
—Buenos días... —dije un poco ronca.
El estaba sin camisa y un mono deportivo haciendo del chef en su cocina.
—Buen día —dice con una voz tan pero tan de hombre— hay tostada dulces con café y pan francés con queso...
—Pan francés… y café
Nos sentamos en una mesa de cristal y comimos lo que preparó.
—Debiste haberte secado el cabello.
Me reprende y hace lo que menos pensé. Se levantó y fue a un cuarto y el hombre inexpresivo viene con una toalla en manos, rodeó mi cabello con ella y por el contacto quedo tiesa y en shock.
¿Quien es este hombre?
Cierro los ojos por lo delicado que es, y dejo que haga conmigo todo.
Sus manos sueltan mi cabello, envolviendolo con la toalla; sus manos tocan mi cuello enviando sensaciones por mi columna vertebral, desciende por mis brazos y siento sus labios en mi mandíbula inferior, un recorrido de pequeños besos hasta mis labios.
Ya no estoy sentada en la silla sino en la mesa de cristal, él entre mis piernas, sólo besos... mis manos recorren todo su dorso y su perfecto, perfecto cuerpo.
Mi cabello se ha mantenido prensado por la toalla, y aún mi vestido no ha sido un estorbo, ...aún.
Sus besos desciende al cuello y por el placer que ejerce instantáneamente echo la cabeza atrás, un pequeño jadeo sale de mis labios y un grito.Espere... yo no grité.
Me separo al instante del asiático y miro a donde se escuchó el grito
Oh my God... sus padres.
El me mira y luego a sus padres y así sucesivamente hasta que Christine habla:
—¡Jesús...! por eso que no le contestas el teléfono a tus padres... —lo regaña
Yo aún sigo en la mesa, con mi paño en la cabeza, los labios hinchados y con el chino entre mis piernas.
No se si reírme por ver la cara de cachado del chino o tragarme la risa por respeto a los señores Lovecraft, al único que le causa risa es al señor Kim, que ve la escena con gracia.—Mamá... la llave es para emergencias... —se queja como un niño el coreanito.
—Es una emergencia... necesitaba que fueras a cenar con tu familia... siempre estás trabajando y cuando estás libre no te la pasas con tu familia... —la señora me ve— tu estas invitada cariño... ya decía yo que tanta pelea contigo era un camuflaje para esconder sus atracciones...
—Mamá... —le corta
—Mamá nada... para que están las habitaciones... mejor anda y date un baño de agua fría que lo necesitas...
Bajo mi mirada y si que necesita un baño de agua fría. Sus manos bajan rápidamente hasta su eréctil miembro bien visible bajo su mono deportivo.
—¡Mamá...! —dice antes de subir las escaleras.
Al instante me abajo de la mesa y me quito la toalla tendiendola en el espaldar de la silla donde estaba sentada.
—Yo tengo que irme... —digo viéndolos con gracia.
—Querida... ¿te esperamos hoy en la cena? —pregunta Christine, el señor Kim es un poco taciturno.
—Tengo tareas que hace... gracias de igual manera...
—Para la próxima entonces... espero que sea en otras circunstancias —señala la mesa y yo al instante me río— te acompaño a la salida.
La señora es maja, cariñosa; nada que ver con el Aaron de la empresa; su cabello tiene un corte hasta los hombros y su rasgos asiáticos están presentes, cara perfilada, perfecta; hay que ver que todo los asiáticos que conozco tienen buena piel, es como de mi altura, ni tan baja ni tan alta; a diferencia del señor Kim que es cara redondeada y alto como su hijo, con algunas canas asomadas.
—Hasta la próxima entonces... —digo antes de irme pero me hala y me da un fuerte abrazo.
—Hasta la próxima querida.
Que maja. Que no daría por una suegra así...
¿Que digo? ...suegra, y del chinito... ¡NO...!
Pase todo mi domingo estudiando, física: gravedad, aceleración, métodos, polinomios, con decir que soñé con fórmulas.
En esa noche vino Mauro. Estúpido Mauro.—Hola... —dice con su sonrisa perfecta.
—Hola Mauro... —dije con aburrimiento.
—¿Puedo pasar?... —pregunta en la puerta.
Le doy el pase y se sienta en el sillón.
—Vine porqué quiero hacerte mía esta noche... —manso el león para peinarlo.
—Lo siento Mauro... yo no te quiero para éso, sólo cómo amigos sin derecho a nada...
—Segura... —se acerca a mí— ¿sólo porque me viste con otra mujer...? nada de sentimientos ni corazones rotos ni por el estilo...
—No quiero que mientras tienes intimidad conmigo lo hagas con otras mujeres... no creo que yo sola supla tu insaciable necesidad como hombre, búscate a otras pero ya no te quiero para ese tipo de relación...
—Tu te lo pierdes. —trata de ir a la puerta, yo sigo de pie, pero se regresa y en un descuido me besa.
Trato de sacarlo de encima pero es fuerte, lo empujo pero por su brusquedad me rompe el labio inferior.
Mi boca sabe a hierro, el muy animal me mordió el labio.—Fuera Mauro —extiendo mi mano hacia la puerta.
—Es por el chino ese... ¿cierto?
—Es porque respeto tu cuerpo y mientras estuve compartiendo contigo no lo hice con otro, así que por favor sal de mi casa...
Salió dando un portazo, ¡válgame Dios...! penoso y todo pero esconde una revolución por dentro.
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IntensaMente
RomancePor qué no eres como ella.. Aprende a Charlotte.. Esas eran las frases de mi madre, era común en ella. Y Luigi, jamás fue un padre, ni nada cercano a eso. Mi libertad se dió al salir de esa casa. Ya no soy la hija imperfecta de Mónica de Salvatore...