D I E C I S É I STodos estaban durmiendo, sólo se escuchaba el silbido del viento golpear las ventanas. Esos sonidos tan relajantes, que para algunos es aterrador, sumando el picoteo de un pequeño animal allá afuera completaba el sentimiento de miedo.
Mire por la ventana y ví el reflejo de la luna en el agua, es tentador.
Salgo de la habitación con mi camiseta del equipo de Hockey, y voy al lago.
Todo es muy lindo, estoy guardando en mi cerebro la majestuosidad que ven mis ojos. Puro éxtasis experimento.
Mañana o hoy cuando salga el sol retornaremos a Toronto.Mis pies juegan con la fría agua del lago, estoy disfrutando de su helada y relajante agua.
Me dejo llevar.
Estoy casi sumergida, me llega por la cintura. Mi cuerpo contempla la exquisitez, me hundo por completo y dejo de respirar por varios segundos.
Estoy completamente empapada. El frío del ambiente es soportable.
Me sumerjo una y otra vez, quedo flotando y mis ojos se cierran.
Todo es silencioso sólo se escucha la voz de la naturaleza.
Decía yo que tanta paz era normal, pero no; unos brazos fuertes me tomaron y erguiendome delante de él se adueñó de mis fríos labios.
¿Quién en su sano juicio hace esa locura?El nivel del agua llegaban cerca de mis hombros, estábamos muy retirados de la orilla.
Traté de separarme pero sus manos acunaron mi rostro.
Violento un poco, brusco, veroz, ordinario...¡Si no puedes con el enemigo únete!
Deje que me besara, su manos se posaron en mi trasero impulsadome a rodear su cintura con mis piernas, ya no estaba baja a su altura, estar rodeándolo con mis piernas me elevó unos centímetros más, provocando que él levante un poco la cabeza para besarme.
El agua ya no estaba tan fría.
Nos separamos por falta de aire y sus jadeos se inmiscuyen con los míos.—No tienes sostén... —me dice apenas audible.
Mi cuerpo está pegado al suyo, la camisa mojada forra mi anatomía, dejando en evidencia mi senos endurecidos.
—Nunca pensé que un asiático chiflado vendría a por mi a someterme en el agua...
—Aún no lo hago...
Hizo lo propio, se que es un acto de masoquismo dejar que después de su trato en la mañana, ahora esté con él a media noche como dos lapa, pegados.
Fue cuestión de tiempo deshacerme de mi prenda, mi camisón desapareció en el agua junto al resto de la ropa.
Primera vez que hacía una barbaridad como ésa, en el lago, a la luz de la luna, con una casa llena de personas, dos menores de edad, cuatro que nos reprenderian, una que nos abucharia y otra que me quitaría la viva.Él silbido y el golpe del viento con las hojas se mezclaban con nuestros jadeos y gemidos.
Sus labios, esos que besé hace semanas y me dejó volando por días, ahora se adueñaba otra de los míos, su tacto me inhibe; sus manos, apretandome más a él, reclamandome como de él. Cada roce cada fibra de nuestro cuerpo gozaba de una experiencia libidinosa.—Perdí mi ropa —dije abrazada a su cuerpo, su pecho se movía exagerado cuando respiraba, imagino que yo estaba igual.
—Deje mi camiseta en el suelo... déjame buscarla para ti.
Lo detuve antes de irse.
—Déjame dejarte en claro que es la última vez que hacemos esto... Yo no soy así, y espero que pongas de tu parte para no dejarme caer en tentación.
Me deja en el agua, él frío ya se sentía, no estaban sus brazos para espantarlo, el agua apenas cubría mis senos.
—¡Ten...! —me lo paso y no dejó de verme como me la ponía.— me fascina tu cuerpo ...tus —toca mi senos por encima de la camisa— senos... son como grandes montañas por dónde ascender, donde hay una gran flora de placer y... —sus manos descienden hasta posarse en mi entrepierna— ...encontramos un exquisito río que expande mi libido, una escultura única, la octava maravilla del mundo entre mis manos... —jadeos involuntarios salen por su contacto entre mi sensible sexo.— sólo deseo excursionar en cada una de tus partes, bajar y subir conociendo lo que nadie a conocido, descubriendo maravillas en este paraíso... Quiero una vida contigo...
—Cásate conmigo... —salió de mis labios antes de siquiera pensar en algo sensato.
—Yo debería proponerte eso... No me digas que mi madre te hablo de bodas...
—No... Morey, ella es cristiana y pues de chiquita me llevaba los domingos para la iglesia y esto es pecado... Sabes, y al principio se sintió bien y ahora me siento mal. Estoy descarrilada.
—Mi madre también cree en esos principios y cuando te fuiste de mi casa ya en su cabeza había planeado boda... Hasta fornicario me llamó.
Sonreí porque así me había llamado Morey una vez.Y no entendía que desencadenada éstas acciones entre ambos, lo que si sé es que al amanecer, esto será olvidado.
Desperté, bajé a desayunar. Todos tenían sus maletas abajo.
Ya este increíble fin de semana había terminado.
Me esperaba mi gran Toronto. Sus grandes edificios y su gentilicio.
Dormí en todo el camino, tenía sueño, cansancio como si hubiera corrido un maratón.Era domingo y mi cuento de hadas había culminado, se le había perdido la zapatilla a Blanca Nieves, la sirenita se cortó el cabello y Cenicienta dejó de hablar, Rapunzel entró en un sueño eterno y creo que ligue los cuentos de Disney…
El hecho es que necesito un príncipe que me busque con o sin zapatillas, uno que no le importe mis imperfecciones y lo que no tengo o pueda darle, que me dé ese beso para despertarme y cuando deje de hablar nade a la más profundas aguas a por mí.Sólo son cuentos, fábulas y historias inventadas que alimentan nuestra ingenuidad, haciéndonos propensa a terminar vieja con veinte gatos y sin nadie. Sólo por esperar a alguien a quien idealizamos con expectativas inigualables.
Nuestro idear hombre sólo es producto de nuestra idear mentalidad.Estaba deshaciendo mis maletas cuando llaman a la puerta.
Extrañada abro, ya que sé que Mauro no es.—Buenas tardes señorita Kipling, venimos por un asunto legal. Usted firmó un contrato hace años de servicio al bufete que ha incumplido, usted está siendo detenida, tiene derecho a un abogado... todo lo que diga puede y será usado en su contra... —un policía me toma por los brazos con fuerza inmovilizandome y poniéndome unas esposas.
Me demandó, mi abuelo lo hizo.
Me sacaron de mi departamento y me llevaron a una delegación.
Me dieron derecho a una llamada y la utilicé para marcarle a Ariel, espero que me ayude.
No se si saldré ilesa de esta.Llevo más de dos horas encerrada. Con hambre, sueño, el banco de este lugar es muy duro que hasta mi pompis me duelen.
—Visita Kipling —grita un policía.
Se asoma el responsable de mi detención
—¡Nieta...! —dice mostrando su sonrisa, viéndome encerrada desde afuera
—¡Sácame de aquí...! —grité.
—Te sacaré sí te casas con Walcott, o sino olvídate de tu libertad querida nieta.
—Me sabe a libertad estar encerrada en estas cuatros paredes que casada con ese canalla.
—Pues ese canalla será tu tarjeta de libertad...
Y se fue dejándome allí a la intemperie. Ya el dolor de hambre fue sustituido por otro que no se a que denominar, me toma la cabeza y el estómago. Produciéndome arcadas.
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IntensaMente
RomancePor qué no eres como ella.. Aprende a Charlotte.. Esas eran las frases de mi madre, era común en ella. Y Luigi, jamás fue un padre, ni nada cercano a eso. Mi libertad se dió al salir de esa casa. Ya no soy la hija imperfecta de Mónica de Salvatore...