E P Í L O G O—¿Qué haces? —veo a Aaron sacar un vestido de mi clóset.— no tengo ganas de salir.
Me siento irritada.—¿Te he preguntado si quieres salir?
—Aaron Prince Lovecraft no eres mi padre y no quiero salir.
—El que no querría salir soy yo que tiene los malestares como si estuviera preñado.
—¿Quién te mandó no cuidarte? A mi déjame dormir.
—Son las cuatro de la tarde. Levanté. ¡Éste es...!
Miro el vestido blanco, la parte de arriba con forma de corazón con pedrería blanca brillante en toda la orilla hasta sus tirantes y abajo es tipo campana hasta la rodilla. Tomó unos tacones de suela corrida plateados y lo extendió en la cama.
—¿No entiendes? —me senté en la cama.
—Sé que estás hormonal y no quieres salir pero te sacaré así sea desnuda y arrastrandote.
—¿Por qué?
—Porque soy el amor de tu vida. —me jaló y me paró como si fuera un saco de papa. Le di una mala mirada.
Entré al baño y con mala gana me bañé. No tenía ánimos de nada.
Salí envuelta con el paño y Aaron no estaba en la habitación.
Me vestí lo más lento que pude. Me coloqué el vestido y me ví en el espejo. No recordaba haber comprado ese vestido. Obra del señor Lovecraft. El color era hermoso y resaltaba con mi piel bronceada.
Puse mis zapatos y me fijé lo alta que estaba. Pero faltaba algo, no sabía que hacer con el cabello.
Quité mi coleta y me rendí, no sabía que hacer.
A la habitación entró un Aaron con esmoquin negro. Guapo es un adjetivo corto para el.—No se a donde vamos tan arreglados y no sé qué hacer con mi cabello.
Me senté frustrada y crucé mis brazos enojada. Ví que tomó el cepillo y se acercó. Me cepilló el cabello con delicadeza
—Tienes un cabello hermoso. Y cómo lo lleves te verás hermosa, con una bolsa en la cabeza o sin ella.
—Lo dices porque me amas. —el seguía peinando, se levantó y tomó varios ganchos negros y se acercó.
Me trenzó la parte de alante y con el ganchillo me lo sostuvo atrás y así hizo de los dos lados hasta formar un cintillo de moños en mi cabeza.—Tengo una hermana muy mona si no te has dado cuenta, veía como mamá la peinaba y yo lo hacía cuando ella no podía. —veía en el espejo su obra maestra, quedó espectacular. Lo miraba incrédula.
—A partir de ahora me peinaras. Serás un excelente padre.
—Y tú una exagerada madre.
Me levantó casi a la fuerza y me sacó de la casa.
Nos montamos en su carro y estaba ansiosa por saber lo que pasaba.—Por lo menos dime a dónde vamos.
—Una cita. —era trece de febrero, San Valentín era mañana. Quizas confundí las fechas.
Me relajé, tanto esfuerzo para una cita.
Nos estacionamos en un restaurante conocido pero antes de entrar en el me jaló y caminamos por la acera.—Pensé que tendríamos una cita —dije señalando el local.
Estaba mirando hacia atrás donde dejamos el restaurante y no me fije donde entramos. La sala estaba silenciosa y yo me veía confundida.
Abrió una puerta de madera y luego ésta nos mostró unas escaleras. Subimos un piso hasta unas puertas café que el abrió dejando ver a todos los que allí estaban.—Pensé que tendríamos una cita —lo volví a repetir sin comprender
—Pero con el notario. —se río y todos se levantaron.
Había dos columnas de sillas una a la derecha y otra a la izquierda y estaban todos allí. Los Lovecraft, los Holmes, los Kipling y mis amigos, América y su familia, Catherine, Pher, Eliezer y mi chiquito.
Caminamos con el ritmo de una música nupcial que de la nada empezó a sonar. Estaba en el aire, no lloraba pero tenía el nudo en mi garganta.
Llegamos al final del paseo hasta el hombre que nos casaría y precisamente es mi abuelo.No escuchaba lo que decían sólo veía a Aaron sonreír y darme mimos con la mirada. Me decía que me amaba que era Todo. Eso lo decía su mirada.
Un acepto y con este anillo te desposo: palabras que una vez dudé que se las diría.
Con una sola firma y la de nuestros testigos.Y: los declaro marido y mujer...
¡Dios...! todos aplaudían y mi hombro me besaba dando vueltas conmigo en sus brazos.
—Te amo IntensaMente... —susurró en mis labios.
—IntensaMente... ¡Estas loco! Terminaste siendo mi Landon Carter.
—Aún no termina. Me debes un viaje a Italia señora Lovecraft.
—¿Italia? ¿Vamos a viajar?.
—Dijimos que cuando todo se arreglara viajaremos. Y todo se arregló. Eres mi esposa, la madre de mis hijos —puso su mano en mi vientre que aún no se nota el embarazo— y mi compañera de vida.
—Pensé cuando dijiste que nos casaremos ya era en un factor tiempo premeditado.
Miré alrededor que nos veían sonrientes. Todos lo sabían.
—La novia tiene que lanzar el ramo antes de irse al aeropuerto. —habló América
—Yo no traje ramo. —dije señalando mis manos vacías pero de la nada ya tenía uno. Miré a Aaron y sonrió.
—Tienes todo planeado ¿eh?
Lancé el ramo y nadie lo cogió, cayó al suelo cerca de los hombres y mi hijo lo tomo. Todos veíamos que él sacudió el ramo y se lo entregó nada más y nada menos que a Gaby. Dan me miraba levantando las cejas para que notara lo que mi hijo hizo y a decir verdad a estas alturas y las cosas que ha hecho será el amor de su vida.
Salimos y la gente detrás de nosotros y en la calle había una limusina.
Un hombre nos abrió la puerta y entramos.
Pensé que iríamos a casa pero el hombre condujo hasta el aeropuerto.—¿No iremos a casa?
—No. Vamos a Italia.
—Pero y los pasaportes y las maletas...
—Señora Lovecraft, le informo que su esposo se encargó de todo. Así que relájese y disfrute de su luna de miel.
—¿Luna de miel?
—Si. Nuestra luna de miel. —me besó— ¿Qué? ¿Demasiado cliché? ...Amor.
—Cliché o no me encanta. —lo besé y como dice los cuentos: colorín colorado intensaMente ha terminado.
Vive IntensaMente. Ama IntensaMente. Se feliz IntensaMente. Y sí lloras recuerda que luego reíras y lo harás IntensaMente.
Sueña, disfruta, ama, sonríe. Hagas lo que hagas recuerda: IntensaMente. Atrévete...
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IntensaMente
RomancePor qué no eres como ella.. Aprende a Charlotte.. Esas eran las frases de mi madre, era común en ella. Y Luigi, jamás fue un padre, ni nada cercano a eso. Mi libertad se dió al salir de esa casa. Ya no soy la hija imperfecta de Mónica de Salvatore...