Me despierto sobre el sofá del salón de mi apartamento. Soñolienta y confundida. Parpadeo suavemente los ojos, adaptándome a la luz e intentando orientarme.
¿Todo habrá sido una pesadilla? ¿Seguirá en pie mi misión sobre Lucas Sants? ¿No me han desterrado del Mundo Luminoso?
La realidad golpea mis ojos cuando me levanto del sofá y hallo a mi padre, con sus típicas gafas y un periódico humano que, según sus cejas fruncidas y confusas, intenta descifrar.
—Buena y luminosa tarde para ti, cariño —saluda mi padre desde la silla del comedor sin despegar su vista del periódico, como de costumbre.
Me froto los ojos y bostezo suavemente, intentando espabilarme del profundo sueño.
—Hola, padre. ¿Qué lees? —pregunto adormilada.
Una pequeña risita asoma sobre sus labios finitos.
—La prensa de los distintos —me informa—. Se me hace raro leer estas cosas. Los humanos son tan raros con sus costumbres y su manera de organizarse. Estoy totalmente asombrado.
Sonriente, me acerco lentamente hacia él para leer con curiosidad la prensa de los humanos y saber de lo que habla mi padre.
—Mira, estos dos se están dando dos besos en las mejillas —señala una foto de una mujer que parece importante y un señor con corbata—. Qué cosa más rara, ¿no? ¿Por qué lo harán?
Río con simpatía.
—A mí me pasó lo mismo al llegar aquí —le comunico y recuerdo la vez que presenté hace unos días Adela a Conde y se saludaron con dos besos—. Algunos humano se saludan así.
Mi padre resopla.
—Pues que a mi no se me acerquen con sus venas carótidas que están muy cerca de mi nariz y podré oler la sangre que me tentará a clavar mis colmillos en sus cuellos —le miro incrédula—. Es broma, cariño —se apresura a tranquilizarme—. Ya no sería capaz de hacer tal cosa.
Un poco más aliviada de sus palabras, decido hacer café para todos que, entre los días que estuve encerrada en mi apartamento, sólo salía de mi dormitorio a por café ya que me gustó mucho el que probé en aquella cafetería de la universidad, y como nunca me salía el café, una noche Adela puso una nota con indicaciones sobre la mesa y a partir de ese momento, sé hacer un café exquisito.
Sumida en mis pensamientos, mi padre los interrumpe con otros de sus asombros.
—¡Por los colmillos de Drácula! ¿Qué cosa más enorme lleva ese hombre en el hombro?
Mi padre vuelta el periódico para que pueda ver la foto que tanto le sorprendió. Trata sobre un señor que lleva una cámara enorme sobre su hombro, grabando una entrevista.
—Eso es la lente de los humanos, padre. Ellos captan y retransmiten a través de esas cámaras, no son capaces de hacerlo a través de los ojos como los vampiros —le informo.
A mi también me costó adivinar qué es.
Atónito, mi padre continúa leyendo y yo sigo haciendo el café, sin embargo, poco después resalta de nuevo.
—¿Y este rectángulo tan perfecto con esas imágenes sobre él? —me acerco a él, un poco cansada ya de sus continuos descubrimientos.
—Se llama teléfono, es un dispositivo que usan los humanos para comunicarse a distancia —relato con pesadez.
Me acuerdo la primera vez que vi ese dispositivo. Fue cuando quedé con Marcos en el parque que está enfrente de mi casa y lo pillé hablando con Oliver. Pensé que era un arma destructiva o algo por el estilo, pero hubo una tarde que vi a Adela con su móvil y pregunté por él. Ella se sorprendió exageradamente porque según ella, es algo que tienen todas las personas del Mundo Distinto. Algo valioso, al parecer.
ESTÁS LEYENDO
SIN SANGRE ©
VampirosKatherine Collins-Wood, una vampira que desobedece las reglas de su comunidad, tiene que huir de su mundo para poder sobrevivir, pero no sabemos si esa es la palabra correcta porque en el mundo al que huye se encontrará con dos tentaciones que marca...