6. Todo iba bien

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La mañana de hoy, el día de mi aniversario, se resume en: críticas, felicitaciones, cuchicheos, más felicitaciones, más cuchicheos, felicitaciones por allí y por allá. Y, por último, y no menos importante, unos cuantos cuchicheos más.

Recién terminé las clases y me dispongo a salir del liceo junto a Val y Gaby. Observo cómo interactúan entre ellas y el lazo tan fuerte que establecieron las dos en tan poco tiempo. Me alegro mucho por Val y Gaby, pero esta relación me da mucho qué pensar...

Mis amigas y yo nos situamos en la entrada del liceo, junto a la destacada fuente del liceo, con una figura tétrica que refleja la escultura del Padre Drácula, con sus enormes colmillos y su murciélago en la mano.

Da un poco de mal rollo, la verdad.

Al llegar a la fuente, Valerie y Gabriella se juntan cual mellizas y yo estoy un poco de lado.

Vaya. Bueno, no me lo voy a tomar muy a pecho. Se acaban de conocer, no pasa nada. No te van a dejar de lado. No dramatices Katherine.

Reflexiono desde mi subconsciencia.

—Bueno, pues ya te veo en la fiesta, Val —le sonrío y me dirijo hacia la chica de ojos saltones—. Y tú, espero que vengas y lo pases bien. Me gustaría mucho verte por allí.

Ella me sonríe con amabilidad mientras que Val, acto seguido, nos une a las tres en un abrazo y dice:

—¡Qué bien lo vamos a pasar hoy en tu fiesta, Kath! —nos dice con alegría.

Pero será pesada esta chica, si la pobre Gaby no quiere ir es porque tiene sus razones... Ah, bueno, claro, Val no sabe la razón. Perdón.

Valerie hace un gesto de despedida con un toque inocente.

—Bueno chicas, las abandono. Me voy por allí —señala hacia su derecha, donde encuentra su lujoso automóvil.

Da media vuelta marchándose de manera elegante, como es ella. Miro a Gaby y consigo decirle.

—No te sientas obligada a ir, eh. Val a veces es un poco insistente.

—No pasa nada —sonríe con la boca cerrada—. Bueno, que lo pases bien en el día de tu aniversario. Hasta mañana.

Me dedica una sonrisa, como siempre, y se encamina por el paseo del liceo.

Tras la marcha de Gabriella, intento identificar mi automóvil grisáceo o un vampiro con barba blanca.

Sin éxito.

Me siento en la banqueta de la fuente, decidida a esperar a mi hermano para buscar el automóvil o a la blanquecina barba de Charles, que siempre se encuentra en frente del automóvil para nosotros identificarlo sin problema.

Mirando hacia los lados, ubico a mi hermano con su pandilla denigrante: Jason Dickens, el futuro duque de Dickens; Karl Gray, el duque de los Gray, y un par de ellos más, también con apellidos honorarios de la comunidad luminosa pero que no voy a mencionar, pues no son muy relevantes la verdad.

¿Por qué me parece un grupo denigrante si dentro de él está Karl?

Fácilmente obtengo mi respuesta: Karl es otro pardillo como mi hermano, sólo quiere aparentar lo correcto y no lo negativo. Él, por dentro, es de muy buen ser, pero exteriormente, da la cara opuesta de lo celestial. Únicamente quiere aparentar que tener un apellido honorable, es lo más importante de la sociedad vampírica, y por ello, sólo se junta con los de su tipo. Influencia impuesta por Jason Dickens, el asco en vampiro.

Reparo en la manera de actuar de Keith. Totalmente diferente a lo que realmente es. Observo cómo se expresa o, mejor dicho, no se expresa. Él, al parecer, sólo asiente y da la razón a los dos cabecillas del grupo: Karl y Jason. Y si tiene que mostrar alguna opinión, lo hace apoyando la de los demás. Por esta razón, él tiene en la cabeza pensamientos e ideales que el grupo denigrante le ha determinado. Desgraciadamente.

SIN SANGRE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora