21. Tensión

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El nombre de Lucas desconcierta a Marcos, dejando confusión en su rostro.

—Pues creo que es hora de que te vayas, Lucas Conde —dice Marcos con voz irritada.

La sonrisa regresa a los labios de Conde.

—No es hora de que me vaya, es hora de que siga hablando con Vera sobre asuntos que no te incumben y que, además, tú te vayas.

El furor envenena el interior de Marcos, puedo notarlo por la tensión de sus brazos y su cuello, pero en vez de abalanzarse hacia Conde, se dirige a Vera con solemnidad.

—¿Qué hace él aquí, Vera? —pregunta autoritario.

Los ojos castaños de Vera vacilan en contestar a Marcos. Se queda titubeante hasta que Conde responde en su lugar.

—Ya te lo he dicho, estábamos hablando sobre asuntos nuestros, ¿o es que no escuchas?

—Que conteste ella, a ti no te quiero escuchar.

Conde resopla y se ríe a la vez, sin dar crédito a lo que dice Marcos.

Vera, en cambio, puedo notar cómo ligeramente sus piernas tiemblan de los nervios por contestar a Marcos.

—Es mi mejor amigo —musita en voz baja.

—¿Cómo?

—Que soy su mejor amigo, rico de turno, ¿o tampoco te enteras? —Conde alza la voz.

Las interrupciones de Conde sobrepasaron los límites de la paciencia de Marcos, obligándole a abalanzarse sobre él. No obstante, el sonido de un motor de coche frena la ira de Marcos y se detiene antes de pegarle con el puño al rostro de Conde.

Se escuchan dos portazos procedentes del coche negro y dos personas, un hombre y una mujer salen corriendo hacia nosotros.

—¿Se puede saber qué ocurre? —pregunta el señor de pelo negro mirándonos a todos con nerviosismo.

Marcos se vuelve hacia él, con apariencia de inocencia.

—Nada, padre, no se preocupe.

¿Padre? ¿Él es el padre de Lucas y Marcos Sants?

Los ojos marinos de padre e hijo se cruzan en una línea perfecta provocando la tensión en el ambiente.

Fijándome en cada rasgo del padre de los hermanos, me doy cuenta de la gran semejanza entre Conde y su padre. Ambos de pelo negro como el pelaje de un cuervo, con un mentón pronunciado, unas cejas expresivas y unos ojos marinos que te hacen profundizar en ellos.

¿En qué se parecen Marcos y su padre? En nada.

Todos nos quedamos callados, incluso Conde, sin mediar palabra.

Marcos se da cuenta de la conexión de miradas entre Lucas Conde y su padre, dejando en su rostro una mezcla de perplejidad e incertidumbre.

—¿Está todo bien? —pregunta una vez más el señor Sants.

—Así es, está todo perfecto según su criterio, señor Sants —interviene Conde con voz rencorosa.

El silencio se interpone entre sus miradas oceánicas.

—Conde, será mejor que vayamos a mi casa y sigamos hablando... —rompe la voz de Vera las miradas de ambos.

—No, no quiero ir a tu casa, Vera —dice tajante.

Vera mira a Conde y a su padre simultáneamente.

—Bien, entonces, te llevo a la tuya... —ofrece ella otra alternativa.

SIN SANGRE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora