11. El chico de los susurros

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El chico de los agradables ojos miel me sonríe tímidamente mientras guarda sus manos en los bolsillos.

—La verdad es que no sé quién no para de mirarte, pero debe ser una acosadora —bromeo. Me siento estúpida, ¿por qué le dije eso? —. Te habrás equivocado, yo soy Katherine, encantada —le sonrío.

Me viene un vago recuerdo de cuando el chico de los susurros me dijo lo mismo y me tendió la mano, la cual rechacé... 

Mejor no le tiendo la mano, vaya a ser que ocurra lo mismo.

Él parece gustarle mi broma y vergonzoso, muestra una sonrisa que no se le quita de la comisura de sus carnosos labios. Rascándose la cabeza, sin saber qué decir, añade:

—Esto... ¿Eres nueva en la ciudad? —pregunta evitando mirar mis ojos.

Por no decirle que mejor dicho soy nueva en este mundo, le contesto:

—Sí, soy nueva. Vine para estudiar en la universidad.

Sus ojos miel se sorprenden.

—Yo también vine por eso hace dos años, básicamente...

Ligeramente observo cómo sus facciones se tensan por el nerviosismo que tiene al hablarme, cómo su mente mecaniza otra pregunta o conversación que darme para no dejar insípida nuestra charla. Sus son movimientos gráciles, pero cohibidos...

Este chico es súper tímido y hay algo en él que realmente me atrae. No sé si son sus ojos, sus labios o su timidez, pero parece ser que un conjunto de todo me ocasiona una presión en el pecho que me deja anonadada.

La verdad es que él no sería mi prototipo de chico, aunque realmente no creo haber tenido nunca uno, pues él único chico que me gustó fue Karl Gray y así me ha ido, de mal en peor. Quizás ese es el error, chicos como Karl, y él no parece asemejarse...

Katherine, que es un distinto. Espabila, no puedes enamorarte de él ni de ningún otro distinto. Vienes aquí por un propósito.

Sin darme cuenta, nuestra conversación quedó en un fondo rítmico de la música sin nada más qué hablar. Sus nervios hacen que mire hacia atrás varias veces y por ello me percato en que unos chicos no paran de mirarnos con mucha atención.

Todo está siendo muy extraño.

Sin querer, uso una de mis habilidades: leer la mente. No quería usar mis habilidades luminosas sobre los distintos porque quiero ganarme la prueba por mí sola y no por mis habilidades. Quiero integrarme en el Mundo Distinto de verdad, sin embargo, esta situación me está sacando de los nervios y no entiendo por qué tanta inquietud.

"Dios, ¿qué estoy haciendo? No sé qué decirle. Tendría que haberme quedado sentado con ellos y dejarla en paz" piensa el chico de ojos miel.

—¿Estás incómodo conmigo? ¿Tienes algún problema o algo? —pregunto con la ceja enarcada un poco molesta por la situación.

Parece estar aquí por obligación y no porque quiere. Seré ilusa.

—No, no, no...—declara con rapidez. Continúa rascándose la cabeza y mirando hacia atrás otra vez.

— Entonces, ¿qué haces mirando hacia atrás? ¿Esto es una especie de broma o cómo? —me enfrento.

Su cuerpo no para de temblar y me mira con preocupación diciéndome miles de veces que no es así.

No le creo.

Me dirijo con velocidad hacia los dos chicos protagonistas de mi molestia.

Visualizo a un hombre con una barba espesa abrazando al chico de al lado rodeándolo con su tatuado brazo. Anteriormente reían y cuchicheaban, ahora un ambiente tenso asoma entre nosotros.

SIN SANGRE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora