14 - El Patronus

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-Arlette-

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-Arlette-

Pasaron un par de días y decidimos que lo más sensato era cambiar de lugar, por lo que Hermione nos trajo al bosque de Dean. Me dijo que de pequeña lo había visitado con sus padres.

Ella todavía me hacía preguntas referentes a mi pasado, y no me molestaba en absoluto. Cada vez que cerraba los ojos o intentaba dormir, ahí estaba él. No sabía si era bueno o malo, pero me calmaba sentir que estaba a mi lado, que podía mirar sus ojos por varios segundos, aunque solo fuera en mi mente.

Me tocaba hacer guardia, pero al tener todavía el tobillo roto, Harry propuso hacerla conmigo. Así que allí estábamos los dos, sentados en la copa de un árbol rodeado de nieve, en silencio y con un frío descomunal.

Harry miraba su espejo roto, lo hacía siempre con la pequeña esperanza de encontrar ahí la mirada de Dumbledore.

—Harry—le llamé—¿No crees que es un poco absurdo?

Él negó con la cabeza y siguió mirando el espejo, pero algo nos hizo mirar hacia la profundidad del bosque. Un haz de luz se hizo presente entre varios de los árboles, caminaba lenta y pausadamente, con elegancia. Era precioso.

No dudamos en levantarnos, recogí la manta que había debajo de nosotros y corrí hasta aquel patronus con Harry a mi lado. Por su forma, parecía una cierva ya que no tenía astas. Era preciosa, brillaba con tanta fuerza que por un instante quedé petrificada.

Corrimos por la senda del bosque con la nieve crujiendo bajo nuestros pies, la cierva plateada no cesaba en su camino, por lo que nosotros continuamos siguiéndola. Era una señal, tenía que serlo. Alguien nos estaba ofreciendo su ayuda y por un extraño momento pensé que era gracias al espejo roto de Harry.

Llegamos a un lago completamente congelado, la vista sería preciosa de no ser por tanta oscuridad y silencio. La cierva corrió hasta el centro del lago y poco a poco fue desapareciendo su luz.

—No te vayas—suplicó Harry con la voz algo ronca de tanto rato sin hablar—¡Vuelve!

Pero fue demasiado tarde, había desaparecido al completo. Sin embargo, al esfumarse, un brillo parecido apareció bajo de la escarcha.

—¡Lumos!—susurré, y el extremo de mi varita se iluminó.

La luz era centellante, sobresalía del hielo con potencia.

—Tenemos que entrar—dijo Harry caminando hasta el hielo.

Llegué a su lado sin bajar la varita.

—Ni de coña, ¿Acaso ves lo que es? Si te metes no podrás salir.

—No lo entiendes, Arlette, es importante. C-creo que era el patronus de mi madre—habló con un hilo de voz.

Fruncí el ceño.

—En tercero pensaste algo parecido y no tenías razón, ¿Por qué ahora sí?

Almαs Unıdαs · Tom Rıddle [3] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora