-Arlette-
Me encontraba en la sala común de Slytherin. Caminaba con Tom a mi lado en dirección al pasillo de las habitaciones. Veníamos de la biblioteca, fue el día que me confió su secreto más oscuro, donde supe al fin sobre los horrocruxes. Él decidió dejar de hacerlos por mí, me lo prometió.
Hicimos una especie de guerra de cosquillas antes de llegar a la sala común, por lo que todavía estábamos riendo, hasta que llegamos a las escaleras que dividían las habitaciones de las chicas con las de los chicos. En ese instante me paré en seco.
—¿Puedo quedarme en tu habitación?—le pregunté con algo de vergüenza.
Por su parte vi como fruncía el ceño.
—¿Te molestan tus compañeras?—preguntó apretando los puños—Si es eso puedo hacer algo.
Negué con la cabeza y cogí su mano para que deshiciera su fuerza.
—No es eso, es que últimamente estoy teniendo unos sueños extraños, pero olvídalo. Ha sido una tontería...
—Para mí es un privilegio que te quedes a dormir, Arlette—pronunció cada palabra como un susurro.
Mi corazón se ablandó al escucharlo y sonreí ampliamente. Caminamos hasta su habitación cogidos de la mano y una vez dentro observé cada detalle. El color de la misteriosa oscuridad nos envolvió. Me dirigí hacia la cama y tomé asiento. Era cierto, tenía pesadillas y no sabía por qué demonios le había preguntado a Tom de quedarme en su habitación.
—Te puedo dejar algo, para que duermas más cómoda—murmuró quitándose la túnica.
Asentí apartando la mirada. Al cabo de unos segundos me trajo un conjunto de ropa de dormir algo vieja y descolorida, pero me era igual.
—Esto—pronuncié—iré a cambiarme al baño...
—Aquí te espero.
Caminé apresurada hasta el lavabo y con privacidad me deshice del incómodo uniforme. Me estaba comportando como una niña, él era Tom, el de siempre. Tal vez estaba nerviosa porque sentía que aquella noche era distinta a las demás. Cuando terminé de cambiarme salí del baño y me quedé paralizada al tener tremendas vistas frente a mí.
Tom estaba de espaldas, su torso estaba al descubierto y solo le cubría la tela de su negro pantalón. Tenía frente a mí la vista perfecta de su espalda, su piel estaba pálida pero incitaba a acercarse y acariciarla. Sus músculos estaban bien formados y aun así se notaba lo delgado que estaba, pero todo en él era perfecto. Estaba cabizbajo, por lo que sus rizos azabache caían como cascadas hacia abajo permitiéndome deleitar más profundamente sus músculos.
Al parecer no había notado mi presencia, por lo que dejé atrás mi repentina vergüenza y me acerqué a él sin pudor. Cuando estuve lo suficientemente cerca tuve el atrevimiento de subir la mano hasta rozar su piel con la mía. Al principio se estremeció, pero luego escuché como suspiraba. Tracé con mi dedo índice las líneas que marcaban su espalda, como si fuera la pintura más hermosa que jamás hubiera visto. Deslicé mi dedo con delicadeza hasta que di la vuelta y al fin le encaré, tuve que sostenerme a sus brazos para no caer ante su mirada, el gris de sus ojos estaba más profundo que nunca, y me miraba, solo me miraba a mí y supe que lo haría eternamente.
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Almαs Unıdαs · Tom Rıddle [3] ✔
Fanfiction[3] ||Si no habéis leído Almas Conectadas y Almas Encontradas no os recomiendo leer esta sinopsis, estáis advertidos.|| Arlette descubrió toda la verdad que ocultaba su pasado. Tras perder a Dumbledore, Harry y ella, junto a sus mejores amigos, deci...