Almαs Unıdαs · Tom Rıddle [3] ✔

32 - Caos

-Arlette-

—¡Bombarda!—lancé contra el muro que estaba detrás de los carroñeros, los cuales salieron volando por los aires lo que nos permitió salir corriendo sin mirar atrás.

Bajamos por la siguiente escalera y llegamos a un pasillo abarrotado de duelistas. Cruzamos por varios corredores y lanzábamos algunos hechizos cuando se nos cruzaban mortífagos.

—¡Larguémonos!—gritó Harry agachándose para evitar una maldición.

—¡Si quieres nos quedamos aquí y preparamos un té!—grité con sarcasmo mientras seguía corriendo.

Había más duelistas por la escalinata y en el vestíbulo, sin contar el hecho de que habían mortífagos y carroñeros por todos lados.

Seguíamos bajando por la interminable escalinata de mármol. Todos saltamos al ver como los cristales de nuestra izquierda cayeron con fuerza y el reloj de arena de Slytherin derramó sus esmeraldas por todo el suelo. Finalmente llegamos al vestíbulo, pero nos pillaron desprevenidos.

Dos mortífagos se precipitaron hacia nosotros desde la barandilla de la escalinata. Nos pusimos a pelear contra ellos, pero apareció un tercero que trotó a cuatro patas hasta el vestíbulo y le hincó los dientes a un alumno que acababa de caer.

Cuando me fijé quién era todo se tambaleó dentro de mí.

—¡No!—gritó Hermione asustada.

Fenrir Greyback acababa de matar y arrancar de un bocado la garganta de Lavander Brown, que se quedó tendida en el suelo.

—¡¡Avada Kedavra!!—lancé con todo el odio que pude hacia el hombre lobo.

El cuerpo de Greyback chocó contra la barandilla de mármol y el brillo oscuro de sus ojos se esfumó.

—Púdrete en el infierno—le susurré con asco y rencor al cuerpo.

Nunca me cayó bien Lavander Brown, pero eso no significaba que deseara su muerte. Y, en cierta parte su apariencia y pesadez me recordaban a Venus.

—Vamos, Arly—Ron me abrazó por los hombros y seguimos con nuestro camino.

—Por primera vez no me siento mal de que hayas matado a ese monstruo—dijo Hermione secándose las lágrimas—Ella no merecía morir así.

Asentí sin emitir ninguna palabra, estaba conmovida.

Rápidamente los gritos de terror hendieron en el aire, chorros de luz roja inundaron todo a muestro alrededor. Mortífagos y defensores de Hogwarts luchaban sin rendirse.

—¡Qué horror!—gritó Hermione todavía observando a su alrededor.

Salimos del castillo al patio delantero, donde la acción era incluso peor que dentro de los muros. Fuego y escombros estaban dispersados por todos lados.