9 - La retirada de Ron

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-Arlette-

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-Arlette-

Me encontraba sentada sobre la mesa leyendo el libro que Dumbledore le había legado a Hermione. Ella ya lo había leído millones de veces y seguía sin entenderlo. Había pasado otra semana desde que casi nos descubrieron los carroñeros. Harry estaba a mi lado jugando con un trozo de pergamino viejo, lo hacía levitar y dar pequeñas vueltas en el aire. Hermione estaba frente a nosotros tejiendo un par de gorros, el mismo modelo que hizo en quinto año para liberar a los elfos domésticos de Hogwarts. Y por último, Ron estaba tumbado boca arriba en la cama de abajo de la litera.

—¡Dios mío!—gritó ella de pronto soltando la lana de sus manos.

Dejé el libro sobre la mesa y la miré atenta.

—¿Qué?

—¿Recordáis la espada?—preguntó entusiasmada.

Miré a Harry de soslayo buscando apoyo de su parte, pero éste solo miraba a Hermione sin saber qué decir.

—La de Gryffindor, sí. ¿Qué ocurre con ella?—pregunté.

—Pues está muy claro, chicos—dijo con una sonrisa—¡La espada fue forjada por duendes! Ni la suciedad ni el óxido hacen efecto a la hoja. Solo acepta aquello que la fortalece.

Harry hizo una mueca todavía sin entender.

—¿Insinúas que la espada puede...—comencé a preguntar pero Hermione se me adelantó.

—¡Claro que sí! ¡Harry ya ha destruido un Horrocrux! El diario de Tom Riddle—cuando pronunció su nombre mi piel se erizo—en la cámara de los secretos.

Hermione estaba acertando, todo lo que decía tenía sentido, y si de verdad todo aquello funcionaba, entonces tendríamos al fin algo para destruir los horrocruxes. Pero, cuando más cerca de destruirlos estábamos, más cerca de él me sentía. Cómo si hubiera un imán que me atrajera hasta él, y no sabía si era bueno o malo.

—Lo destruí con un colmillo de basilisco—habló Harry al fin—Si tienes uno en ese bolsito de cuentas, Hermione, realmente te amaría muchísimo.

Rodé los ojos.

—Harry, estás ciego—comenté.

Hermione asintió aguantando la risa.

—En la cámara de los secretos atravesaste al basilisco con la espada de Gryffindor, esa hoja está impregnada con veneno de basilisco...

—Y por consecuente, solo acepta aquello que la fortalece—completé cerrando el libro—Por eso Dumbledore te la legó, para destruir los demás Horrocruxes.

—Pero hay un problema—dijo de nuevo el azabache—Scrimgeour nos dijo que la espada estaba desaparecida.

Mi mente se fue a los lugares donde cabría la posibilidad de que se encontrase allí, pero ninguno de ellos tenía demasiado sentido. En Hogwarts no podía estar y mucho menos en Hogsmade. Tampoco era posible en la Casa de los Gritos ya que Snape conocía su entrada, aunque yo seguía pensando que él ocultaba algo, que no era tan malvado como los chicos lo veían.

Almαs Unıdαs · Tom Rıddle [3] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora