Almαs Unıdαs · Tom Rıddle [3] ✔

4 - Un lugar seguro

-Arlette-

No me arreglé mucho para la boda, me puse uno de los viejos vestidos que Ginny me prestó, cosa por la que la tía abuela de Ron me riñó. A Hermione y a mí nos obligó a llamarla tía Muriel y habría sido encantador llamarla así, pero era insufrible. Incluso a Herms le había dicho que tenía los tobillos flacuchos.

La ceremonia fue preciosa, bastante gente vino a la boda, muchos de ellos conocidos y otros de tierras lejanas. Harry tuvo que tomarse la poción multijugos para parecerse a uno de los muggles del pueblo más cercano, así que todos teníamos que llamarle «Barry».

—Siento decirlo, pero la tía Muriel es una pesadilla—les dije a Ron, Hermione y Harry una vez sentados en una de las mesas del banquete.

—Y que lo digas—me apoyó el pelirrojo—antes venía todas las navidades, pero afortunadamente se ofendió porque Fred y George le pusieron una bomba fétida en la silla nada más sentarnos a cenar.

Comencé a reír al escucharle. Definitivamente los gemelos eran los mejores.

Al parecer la risa se fue contagiando, ya que todos en la mesa rieron, incluido los dos gemelos pelirrojos y Charlie, el que recientemente se había sentado a nuestro lado.

—Estás preciosa—dijo una voz a nuestras espaldas.

Nos giramos en su dirección y vimos a un chico, mirando fijamente a Hermione, de pobladas cejas y nariz curvada, podría reconocerlo a cien kilómetros de distancia ya que Ron estuvo todo un verano hablando sobre él.

—¡Viktor!—exclamó Hermione pasándome su pequeño bolso y corriendo a abrazarlo—Me alegro de verte. ¿Cómo estás?

Miré a Harry, al cual solo los de la Orden sabíamos que era él, y éste observaba a Ron. El pelirrojo miraba a Krum con enojo, con sus orejas coloradas. Desde que Hermione fue con él al baile de navidad que se celebró en cuarto curso, le ha tenido rencor.

—¿Cómo es que has venido?—le volvió a preguntar Herms.

—Me ha invitado Fleur—respondió el búlgaro.

Para evitar otra pelea entre mis mejores amigos, cogí el brazo de Ron y le obligué a bailar junto a Luna, la cual parecía que estaba espantando moscas con las manos.

—Menudo imbécil—gruñó.

—Solo estás celoso—le dije riendo.

Bailamos por varios minutos, incluso me pareció divertido imitar el baile de Luna y Ron se unió también. Estábamos riendo a cada rato y por un momento habíamos olvidado en la situación en la que nos encontrábamos. Pero como todo momento feliz, algo malo tenía que suceder.

Una figura enorme y plateada descendió desde el techo de la carpa hasta el centro de la pista de baile. Tenía forma de lince y se paseó danzante mientras varios de los invitados se apartaban asustados. Entonces el patronus habló fuertemente con la voz de Kingsley: