Chapter | 0 6 |

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Sus pies se movían con una facilidad, digna de admirar.

Corrían con una velocidad super increíble, y no se escuchaba sus pasos, ni si quiera los oídos super desarrollados de los vampiros podían escuchar los pasos de este par.

El mayor iba al pendiente de la joven, los dos corrían queriendo llegar a su destino de manera rápida.

-A la derecha rápido- exclamó la joven sin parar de correr, se desvío siguiéndole.

Visualizo en su mente, el lugar, siguió corriendo con el mayor pisando sus talones.

El clima húmedo y cálido les daba la bienvenida, siguieron corriendo, y se encontraron con quién querían.

Después de un par de indicaciones, decidieron descansar, y cazar un poco, guardar energías porqué su viaje iba a medio camino, llevaban 2 semanas buscando información.

-¿Crees que todo volverá a la normalidad?

-Define normalidad- respondió frío el mayor.

Siguió corriendo, lanzándose a un par de animales salvajes, bebiendo su sangre de una manera rápida casi con frenesí.












Apolo, acarició con suavidad, el rostro de Rebekah, sus labios hicieron una mueca al ver el bello rostro de su protegida, escuchaba la voz de su amigo Eros, hablando con Caroline y Nate.

Se acercó casi sin pensarlo, a sus labios, y sonrió divertido, junto sus labios con los de ella, y sintió un pequeño cosquilleo en ellos.

Se alejo con el rostro un poco rojizo, un tono rojo, sus labios cosquilleaban, un suspiro salió de ellos sin poder evitarlo.

Su protegida comenzó a mejorar notablemente, las heridas del accidente comenzaron a curarse por sí solas, una luz roja cubría cada una de ellas, seguía admirando su poder.

Rebekah quedó totalmente sana, parecía dormida, incluso los latidos de su corazón mejoraron notablemente.

Pero algo que no pudo mejorar, fue sus ojeras, aquellas ojeras de color rojo que rodeaban sus ojos, un poquito hinchados, tampoco podía curar aquel dolor tan conocido por él en el pecho de la joven, aquel dolor tan fuerte como el sintió en sus momentos de angustia con su adorada Dafne.

La cordura de su protegida dependía de un hilo, deseo tener en sus manos el cuello de aquel ser, ver aquellas grietas y quemar su cuerpo sin vida, sus ojos brillaron y el color de aquellos hermosos ojos pasaron de un naranja a o un rojo, rojo, rojo como el de la sangre.

-Hermosa joya que tienes, Jasper Whitlock...

-Directo a Creta, amigo- Eros palmeó su espalda amistosamente.

-Mejor vamos a Corfú- le sonrió divertido.

-¿Piernas largas, delgadas y bronceadas... Ehh? ¡Hombre!- gritó Eros, burlón, riéndose.

-En realidad... No- murmuró viendo a Rebekah con una ligera sonrisa.

-Oh oh- murmuró Eros con cierto temor- Está vez yo no hice nada... ¡Lo juró!- un rayo por todo Forks, dejó atemorizados a las personas.

-Lo sé- rió de su amigo con cierta burla- Te veo allá, Katniss- se despidió de su amigo, tomando a Rebekah en brazos y desapareciendo de allí.

Rió con demasiada fuerza al sacar la flecha que alcanzó a clavarle Eros.

La dejó delicadamente en un sofá con detalles de oro, sonrió sarcástico, muchas cosas de oro como su cabello.

Con una sola mirada, muchos sirvientes se quedaron cuidando a Rebekah.

-¡Malditos sean Zeus y Leto, al hacerte tan maldito!- gritó Eros enojado al verlo.

-La palabra maldita ha salido mucho de tu boca- rió con burla.

-Pequeño sol- murmuró con reproche.

-Eros- la voz fuerte, enojada, y pequeños rayos se escuchaban por todos lados.

-Abuelo- rió nervioso Eros, mientras Apolo reía disimuladamente.

-¿Qué habéis dicho, hijo de Afrodita y Hermes?- su mandíbula tensa, hizo preocupar a Apolo, y bueno Eros comenzó a rezarle a su tío.

-¿Que te admiró muchísimo?- preguntó nervioso.

La voz de Zeus, se vio interrumpida por los pasos apresurados de alguien, y pequeñas risas llenas de alegría y admiración.

-¡Wow, esto es sumamente maravilloso!- los tres dioses vieron a la joven, con sus ojos llenos de alegría, Apolo sonrió al saber que ella estaba feliz.

-¿Quién eres?- preguntó Zeus, con curiosidad, le maravillo la belleza de la joven, era muy bella, incluso pensó que era una Diosa menor.

-Ohhh creo que ya sé quién es- susurro maravillada- Mucho gusto, Señor Zeus- se arrodilló, e inclino un poco su cabeza hacia la derecha, haciéndola ver muy tierna- Rebekah Maxwell soy... Soy Rebekah Maxwell--rió con gracia al presentarse torpemente, sacando una sonrisa a los tres dioses.

-Acércate, niña- sonrió tierno Zeus, haciendo que Eros vea indignado a Apolo, que estaba aguantando la risa al ver la cara de Eros.

Rebekah se acercó delicadamente, pareciendo una bella bailarina, Zeus sonrió y tomó su mano, las mariposas que hasta ese entonces sólo ellos tres habían visto, fueron visibles para ella también.

-Que ellas siempre te acompañen-la bendición de Zeus, fue lo último que escucharon en la habitación, él ya había desaparecido.

-¿Por qué me llamabas?- preguntó una voz de ultratumba.

-¡Joder!- gritó asustado Eros, con una mano en el pecho.

-Casi lo tienes a Eros por allá molestando- rió Apolo, imaginando a su tío viéndolo llegar.

-Los dioses no pueden morir-recordó lo obvio Hades.

-Pero sí pueden ser castigados por Zeus- susurro fastidiado Eros.

Los tres dioses conversaban con naturalidad, incluso Hades se sintió cómodo al ver a sus introvertidos sobrinos, más alegres y bromistas, estaban más extrovertidos.

Rebekah se mantenía aún distraída por las mariposas que la rodeaban, soltaba risitas al estas posarse en su nariz, ojalá Jasper pudiera ver esto.

Apolo, al escuchar en su mente el pensamiento de Rebekah, solto una maldición en griego, tampoco iba a gruñir como un perro o un vampiro.

Hades fijo su vista en la expresión de su sobrino, y como su arco estaba en mano, y sus manos estaban muy tensas, siguió la vista de su sobrino y encontró a la dulce Rebekah.

Sacó la belleza de ambas familias debía de admitir- Rebekah Maxwell... - llamó a la joven, un poco nervioso.

La joven dejó de poner atención a las mariposas que la rodeaban, hasta fijar la vista en él, y no se asustó por el color negro de los ojos de Hades, más bien se sintió maravillada- Tiene unos ojos muy hermosos, Señor Hades- la chica se acercó a él, con una sonrisa, su voz era respetuosa, se escucho otra maldición de Apolo, y la risa de Eros.

M O O N||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora