Chapter | 0 7 |

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-Entonces... Si mueves tu mano un poco a la izquierda... Exacto así... Darás justo en el blanco- susurro en el oído de ella, acomodando su posición.

-¿Es necesario que yo tenga que ser el blanco?- preguntó indignado Eros.

-Cállate... - siguió acomodando a la joven, ignorando totalmente a Eros.

-¿Así?- preguntó entre risitas, ellos eran definitivamente tan divertidos, sus dedos se aflojaron, nunca habían visto tal velocidad en una flecha, no en un ser que no sea un Olímpico, la flecha fue con tanta velocidad que impacto en el centro del corazón de Eros.

-¡Ay!- gritó asustada corriendo, incluso Apolo corrió a ver a Eros.

Eros estaba tendido en el suelo, con sus ojos cerrados.

-¿Cuál flecha es esa?- preguntó Apolo confundido, al observarla se dio cuenta que era la de los sueños- Ay el idiota esta dormido.

Rebekah suspiro aliviada- Que bien, creí que Zeus me iba a matar- rió alegremente, bueno muy aliviada también.

-Nehhh... Le harías un favor después de todo- sonrió Apolo viéndola fijamente, sus facciones relajadas al reír, su pecho latió con rapidez.

-¡YA DESPERTÉ!- gritó Eros sobresaltando a los demás- Eso fue fantástico, Beks- eligió orgulloso de su protegida.

Rebekah abrazo fuertemente a Eros- Pensé que lo había asesinado, por un momento, pensé eso- Eros con un poco de incredulidad, abrazo a la joven, creyó estar abrazando nuevamente a su hija.

-Estoy bien, Beks... - la tranquilizó Eros, Apolo con un poco de recelo comenzó a recoger el arco, lo observó confundido, ¿Qué ocurría con su amigo?

-¿Estás bien?- Apolo, escuchó en su mente la voz de su amigo, con su pecho aún latiendo rápido, giró a verlo, le sonrió de manera tranquila.

-¿Quién quiere comer?- preguntó entre risas Apolo.

-¡Yo!- gritó Rebekah alegre, se levantó y fue corriendo al gran comedor, los dos dioses se quedaron atrás, Eros veía a su amigo, intentando descifrar sus emociones y expresiones faciales.

-A ella le gusta otra persona- le recordó suavemente, no quería que enojar a su amigo.

-Lo sé, perfectamente- su sonrisa tranquila, no era algo que precisamente hiciera sentir tranquilo a Eros, no precisamente esa sonrisa.

-¿Vienen?- sus pensamientos se vieron interrumpidos, por la voz suave y divertida de Rebekah, la voz de una niña pequeña podía asegurar, su rostro ligeramente ladeado, y esa sonrisa en su rostro, observó de nuevo a Apolo, y vio aquel brillo en sus ojos, ese brillo, y solo pudo saber de quién era obra ese brillo en sus ojos.

Murmuró aquel nombre entre sus labios- ¿Qué?/¿Dijo algo?- preguntaron Apolo y Rebekah, al no haber entendido nada.

-¡Absolutamente no!- chilló, viendo a los dos- Ese pastel de arándanos nos espera- salió rápido de la habitación de entrenamientos.

-¡Amo los arándanos!- gritó Rebekah volviendo a correr, Eros sonrió divertido y comenzaron una carrera, para ver quién llegaba más rápido.

-Apuesto por Eros- la voz de su tío, hizo a Apolo sonreir de lado.

-Apuesto por Rebekah- sonrió Apolo confiado-¿Qué haces aquí, tío?- lo saludo estrechando su mano.

-Pues... El inframundo a veces es aburrido.

Caminaron por el pasillo, viendo las bellas pinturas que decoraban la habitación, encontraron a Eros jadeando, apoyándose en un esquina, con la mano en su costado izquierdo.

-¡Es un perdedor!- escucharon el grito lejano de Rebekah, las miradas de los dos dioses se encontraron, y Hades de mala gana estiró un collar de oro blanco, a Apolo le brillaron los ojos al verlo, se lo colocó con mucha felicidad.

-Eres una decepción... Ni más vuelvo a apostar por ti- Hades se paro en frente de Eros, con una mirada altanera.

Eros totalmente indignado respondió- ¡No es mi culpa! No estoy con el mismo físico que hace unos años- alzó su camisa negra, era una excusa muy barata, Eros estaba totalmente en línea, su físico era perfecto, no por algo era el dios del deseo, era uno de los dioses más hermosos.

-Ohhh si, ya veo, te ves más gordito- sonrió burlón Hades, sabiendo de ante mano que estaba ofendiendo a su sobrino.

-¿Quién... est.. á gordito?- preguntó Rebekah con sus mejillas manchadas de pastel, y con su vista fija en su amor, el pastel estaba totalmente delicioso, textura esponjosa y con pedazos de frutas, totalmente delicioso.

-A este paso... Tú- una nueva voz en la habitación hizo que todos girarán lentamente, Persefone tan elegante como siempre.

-¡Eso sería totalmente bueno! Estoy muy delgada--la chica se encogió de hombros, totalmente inocente.

-Por Zeus- susurraron Hades y Apolo, literalmente otras diosas, incluso cualquier mujer, se hubiera ofendido por eso.

-Igual... Soy una adolescente en pleno desarrollo- siguió comiendo sin tomarle mucho atención, a la sonrisa que se formaba en el rostro de Persefone.

-Persefone, Señora del Inframundo- Hades sonrió de forma boba, al escuchar a su mujer.

-Ouh... Rebekah Charlotte Maxwell- la chica avanzó hasta ella, se iba a arrodillar pero vio el plato en sus manos, Apolo de manera casi inconsciente trono sus dedos y el plato de ella, ya estaba en sus manos.

Rebekah se arrodilló, con respeto a Persefone- Puedes levantarte--al escuchar a Persefone, no lo pensó dos veces antes de caminar con pequeños saltos a Apolo, él le devolvió con una pequeña sonrisa, y un suspiro salió de sus labios.

-¿De nuevo?- preguntó Persefone a su esposo, en el oído.

-Eso parece- respondió también en un bajo susurro.












Rosalie corría con desesperación en el bosque, escuchaba los pasos de su familia, Rebekah Maxwell había desaparecido, había desaparecido de la camilla de un hospital, sin dejar rastro alguno, su olor estaba por todo el bosque, dificultando su búsqueda.

Sentía furia, Nathaniel y Caroline habían dado por muerta a su sobrina, y se fueron de Forks, ella no creía que estuviera muerta.

Alaska era su destino, la nieve ya cubría la mayor parte del bosque, Rebekah debía estar viva, le debía eso a su supuesto mellizo.

-Tenemos que volver- los brazos fuertes de Emmett atraparon a Rosalie, evitando que siga el camino.

-Debemos prepararnos para la pelea- concluyó Edward al lado de Emmett, todos estaban devastados.

Emmett gimió adolorido, Rosalie le había pegado con tanta fuerza, que su cuerpo cayó contra unos árboles, ella volvió a correr con un poco de culpa, tenía que encontrar a Rebekah, debía de regresar con Rebekah.

M O O N||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora