04: ¿Amor?

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Luego de divagar en el baño por una cantidad de minutos indeterminados, volvió a salir para cumplir a lo que iba, buscar a su amigo. Su lobo está inquieto dentro suyo, deseoso por salir y transformarse para llegar rápido hacia el Omega, aspirar su dulce aroma a rosas frescas que tanto le tranquiliza y ver sus grandes y brillantes ojos verdes con ese brillo que siempre lleva.

Sacude su cabeza con el ceño fruncido, chocando en varias ocasiones con algunos estudiantes que saltaban gruñidos en su dirección. Realmente no comprendía, si su lobo, su Alfa, quiere y desea al Omega, ¿por qué él no lo hace? ¿Por qué su parte humana no puede aceptarlo? Le gustaría que le dijeran que eso del amor es fácil, algo sencillo de comprender, pero ni el más sabio le podría dar una respuesta en concreto que libere su tomentoso cerebro de tantas dudas.

Camina por el jardín, siguiendo el rastro del aroma de Erick y el olor de tristeza que puede percibir, llegando hasta un arbusto mediano lo rodea para quedar detrás de aquello terminando encontrándose con el más bajo tirado en el pasto, vuelto una bolita, sujetando sus piernas y ahogando los sollozos que su boca suelta. Poniéndose de rodillas cerca de él lleva su mano hasta la mejilla del Omega, limpiando las lágrimas que sus bonitos ojos están desbordando.

—Erick...

—No me vea así, Alfa —pide en un hilo de voz, apartándose de su toque al ponerse de pie con rapidez, como si su tacto le quemara, él mismo limpia su rostro con sus pequeñas manos y antes de que salga huyendo como lo tenía previsto cuando sintió su aroma, su muñeca es envuelta por la gran mano de Joel—. T-Tengo que irme, las clases... las clases están por comenzar.

—¿Por qué lloras?

El corazón de Erick comienza a latir frenéticamente, su Omega mueve la cola de puro gusto, su olor ya no es de tristeza ahora es de felicidad porque su Alfa se está preocupando por él. Aunque no sea la primera vez, el toque en su piel lo hace más especial y único. Realmente Erick siente que está cayendo en un abismo profundo, saltando de un avión sin ningún paracaídas, cayendo de un inmenso edificio, pero no siente miedo, porque Joel lo está esperando con una genuina sonrisa, con los brazos abiertos dispuestos a sostenerlo y protegerlo de todo mal. Y eso al pequeño Omega de ojos verdes le gusta, le fascina, hace sentir bonito a su corazón.

—No es nada —susurra, mirándolo a los ojos, como siempre lo hace, porque está enamorado de aquellas piedras cafés que lo examinan como un médico a su paciente, con paciencia y determinación a descubrir su dolor para ayudarle.

—Omega, dime la verdad —insiste con dulzura y manteniendo un tono de voz suave, bajando su mano hasta tomar la de Erick y acariciar con su pulgar el dorso de la misma.

Tan suave como toda la piel de su pequeño cuerpo. Joel recuerda a la perfección cómo se estremecía bajo su tacto, en sus oídos solo se repiten los jadeos y gemidos de ambos, atormentándolo más.

—Y-Yo... es que yo...

El timbre suena indicando que las clases acaban de empezar otra vez. Cortando su conversación, Erick por una parte se siente aliviado, pero por otra no, quería que su Alfa siga acariciando su manito con esa delicadeza que posee a pesar de pertenecer a una casta diferente a la suya.

Hasta que recuerda que Joel no es cualquier Alfa, es diferente al resto y eso lo hace único.

—Hablaremos luego —asegura el Alfa, señalando al pequeño con su índice—, andando.

Erick asiente con una sonrisa porque sus manos aún siguen juntas, Joel ni se inmuta de eso, va perdido en sus pensamientos, tan absorto que no nota a la Omega que corre por el pasillo y termina chocando con su cuerpo, ocasionando que ambos acaben aturdidos en el suelo por el reciente golpe.

La señorita suelta un grito de dolor cuando intenta apoyarse en su mano derecha. Joel se apura en levantarse para ayudarle a ponerse de pie, ignorando deliberadamente a su acompañante que está con el ceño fruncido, la nariz arrugada y un puchero en los labios. Sumando a ello que está soltando feromonas de molestia.

—Perdona —se apresura a decir la Omega cabizbaja—, no me he fijado por donde iba.

—Deberías usar lentes entonces.

—Erick —reprende el Alfa sin verlo, pero sintiendo su pesada mirada en su espalda.

—Realmente lo siento —vuelve a decir tímida.

—Te acompaño a la enfermería —se atreve a comentar, cogiendo la zona afectada y sintiendo lástima por ella.

—N-No es necesario, su Omega me está aniquilado con la mirada.

—Él no es mi Omega, es un amigo.

"Grave error, Pimentel", piensa Erick, yendo con furia al aula e ingresando luego de recibir una sanción por llegar tarde, pero no le importó. ¿Cómo le iba a importar si había sido rechazado por su Alfa por quién sabe qué vez? Toda la clase estuvo esperando por él, mirando la puerta con añoranza, recordando las palabras de su madre que siempre le advertían con no encapricharse con alguien, mucho menos con el primer Alfa que vea. Pero él estaba enamorado, o eso quiere suponer.

¿Realmente siente amor por Joel o es una ilusión pasajera?

Sonrío en grande cuando el timbre indicó que era hora de salida y vio a Joel ingresar por la puerta, aunque, así como apareció su sonrisa también se fue cuando él pasó por su costado sin decirle nada.

¿Realmente siente amor?

***

UNO MÁS PORQUE SÍ. SIENTO QUE ESTA HISTORIA SE ESTÁ ACTUALIZANDO MUY RÁPIDO.

BEBÉS, GRACIAS POR EL APOYO.

¿LES VA GUSTANDO?

BESOS DULCES COMO ERICK♥


Omega celoso || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora