15: Omega celoso

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Cuando comenzó a anochecer y correr más viento, se tuvieron que separar del abrazo amoroso que estaban compartiendo, manteniéndose todo el tiempo en silencio, disfrutando del calor del otro y aspirando sus aromas mezclados.

Joel olía a Erick. Y Erick olía a Joel.

Haciendo que sus mentes vuelvan a esos días que, sin pensarlo y tenerlo claro, terminaron marcándose de esa forma en pleno acto sexual.

Al llegar hacia el carro guardaron las cosas sin emitir alguna palabra, por momentos cuando sus miradas se encontraban se regalaban sonrisas que los hacía poner más contentos y también nerviosos.

Ese día terminaron en la casa de Joel, comiendo lo que restaba de alimentos en la canasta porque sus estómagos ya rugían por ser llenados. El haber estado corriendo en su forma animal y luego compartiendo cortos besos rendidos sobre la manta, hizo que se olvidaran de la cesta.

Ya había pasado una semana de aquel momento tan mágico e irreal para los dos, de ese encuentro íntimo y tan esperado. Esa noche Erick entró a su casa con una muy marcada sonrisa en su rostro, llamando la atención de sus padres, su nana y de su hermano que acababa de llegar. Incluso se acercó a Christopher y tomando sus cálidas manos comenzó a bailar al ritmo de una melodía que solamente él podía escuchar en sintonía de su Omega enamorado.

Porque eso es lo que siente por Joel; amor.

—¿Y a ti que bicho te picó? —cuestionó el Alfa sin sonar brusco, soltándose del agarre porque ya estaba mareado de tantas vueltas.

—La vida es hermosa y un bello regalo —se limitó a responder, corriendo hacia su habitación para evitar cualquier tipo de preguntas por su eufórico estado.

Ni siquiera cambió su ropa por una más cómoda, se tiró a la cama luego de cerrar con seguro la puerta, soltando ruiditos de felicidad. Quedando dormido enseguida por lo cansado que se encontraba y pensando siempre en su Alfa y el beso que compartieron. Soñando con ellos bajos ese árbol una y otra vez, esperando que no sea el único ósculo que tienen.

Joel sale de su ensoñación cuando la dura pelota impacta en su brazo, maldiciendo a su mejor amigo en voz alta.

—¡Tierra llamando a Joel! ¿El lobo se fue a la Luna?

Zabdiel se carcajea ante su pésimo chiste, empezando a jugar otra vez con la pelota de baloncesto, corriendo de un lado a otro antes de anotar por quinta vez. Llegó apenas el Alfa lo llamó, podría decirse que lo despertó de su sueño que estaba teniendo de él convertido en un pato que ladraba y expulsada rayos láser de sus ojos. ¿Qué? ¿Acaso está mal?

—Eres un idiota —masculla Joel sobando su brazo porque el golpe sí le dolió, está seguro que la molestia le acompañará por varias horas.

El rubio se acerca a él luego de tirar el balón sobre el césped del jardín, sujetando por los hombros a Pimentel y zarandeando su cuerpo luego de notarlo tan perdido y ensimismado en sus pensamientos.

—¡Cuéntame! —grita, aturdiendo al Alfa que intenta alejarse de su toque. Sin inmutarse del olor que desprende de pánico y enojo.

—¡Suéltame! No sé qué te debo contar.

De Jesús niega con una sonrisa traviesa en los labios, pegando su nariz a la de Joel, examinando más de cerca a su amigo que está nervioso bajo su toque. Joel no se pone así por nada, así que una jugosa historia está detrás de ese raro y poco usual comportamiento del muchacho.

Ninguno se percata del pequeño chico que está dando saltitos en cada paso que da, sujetando fuerte la cajita con dulces para compartir con su Alfa. Aunque se termina deteniendo al ver una desagradable escena en el patio. Con los ojos cambiando de color a un amarillo intenso, dejando salir a flote su Omega, corre hacia el rizado y empuja con fuerza al Beta que queda boquiabierto.

Omega celoso || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora