19: Futuro

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Erick termina de acomodar el suéter que robó del armario de su Alfa sobre su cuerpo, aspirando el aroma tan propio de él. Todavía tiene un cambio de ropa en su mochila, pero le encanta verse más pequeño de lo normal, realmente le gusta sentirse protegido por Joel.

—¿Satisfecho, Omega?

Voltea con un leve puchero, las mejillas rojas como si fuesen dos grandes cerezas, los ojitos brillantes y sintiendo la calidez en su corazón, realmente se siente en las nubes, siente que todo mejora cada vez, a cada paso que dan.

—Sí —acepta en susurro, terminando de arreglar su ropa.

Puede observar cómo Joel se coloca los pantalones, quedando embobado como horas atrás cuando después de haberse entregado nuevamente lo arrastró al baño para no perder su calor corporal. Porque si hay algo que más quiere de Joel, es cómo puede calentar su corazón con un simple abrazo, una simple mirada, una bonita sonrisa o escuchar cómo su nombre sale en un dulce suspiro de sus labios.

Erick apenas duró cinco minutos entre las piernas del más alto cuando suplicó en un gemido lastimero a su Alfa para que lo poseyera como sólo él puede. Haciendo más dulce su aroma cuando Pimentel introdujo el primer dedo en su estrecha entrada que empezaba a lubricar por sí sola.

—¿Omega? ¿Estás bien?

El mayor se acerca hasta el pequeño dando pasos cortos, preguntándose si acaso hizo algo mal. Pero no lloró en ningún momento, tampoco hizo comentarios al respecto. ¿Entonces qué ocurre?

Ambos se volvieron dos niños que empezaban a dar sus primeros pasos, siendo torpes con sus movimientos, pero manteniendo una amplia sonrisa en sus caras; a pesar de ello sus cuerpos se acoplaron de una manera única, como si dos piezas del rompecabezas volvieran a unirse para completarlo.

Porque así se sintieron en ese momento tan íntimo para ellos, como si sus corazones se enlazaran, sintiéndose completos después de dos largos años. Abrumarse nuevamente con las feromonas de excitación, con el amor saliendo de la piel de cada uno, los nervios que sentían, los fuegos artificiales y las mariposas en sus estómagos. Todo fue mejor de lo que pudieron imaginar en algún momento. Cada cosita que hacían juntos era mejor a la anterior, terminaban sorprendidos.

¿Qué si estaba bien? Erick estaba más que bien. Su lobito daba brincos dentro de él, corriendo alrededor del de Joel, jugando como cachorros. Su Omega por fin sintió que era el hogar del Alfa.

—Por supuesto que sí —habla despacio, brindándole una hermosa sonrisa—, me encuentro muy feliz porque estoy contigo.

Ambos se dirigen a la cama, acostándose luego de haber cambiado las sábanas y cubriéndose con una manta de lana. Quedando Joel con la espalda pegada al respaldar y Erick a su lado, descansando su cabeza en el pecho del chico, siendo abrazado por la cintura. El ambiente seguía siendo romántico, los aromas persistían en el aire para recordarles lo que habían realizado antes.

Las palabras parecían sobran para ese entonces, temiendo que si decían algo erróneo todo se arruinaría. ¿Pero cómo destruir esa atmósfera si ambos tuvieron ese contacto especial entre Alfa y Omega, entre sus lobos, entre ellos mismos?

Los fríos dedos de Erick era lo único que se podía notar por la gran manga negra, causando ternura en Joel. Cogiendo su nariz y moviéndola de lado a lado para molestarlo un poco como acostumbra.

—Omega —reprende el más alto, quitando delicadamente su mano y depositando un beso en sus nudillos—. Me molestas con lo más mínimo, eres un pequeño ser celoso, pero te sonrojas por este detalle. Eres único.

El muchacho se oculta en su hombro, cubriéndose con su manita. Una gran carcajada se escapa de los labios de Joel, envolviendo con más cariño a su pareja y susurrando palabras bonitas. El aroma dulce de Erick se mezcla con el suyo, sus ojos viajaron a los dos paquetitos rasgados que están sobre el velador, indicando lo ocurrido antes.

Omega celoso || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora