16: Fin de semana

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Luego de aquel bochornoso momento para Zabdiel, comenzó a bromear con Joel, aunque Erick cada tanto le mostraba sus pequeños colmillos en señal de disgusto. Así que luego del almuerzo y haber pasado un momento agradable junto con su amigo, si es que se puede decir, se terminó retirando sin acercarse a Joel, solamente sacudiendo la mano derecha en señal de despedida. Haciendo un comentario respecto a la extraña pareja y tirando la puerta con fuerza antes que Erick se lance sobre él.

Ya dos días de eso, el Omega cada vez que lo recuerda comienza a reír ante sus ocurrencias, aunque claramente el Alfa no sabía eso. Realmente le resulta caótica su actitud, los celos que tiene hacia su Alfa.

Aquella tarde antes de que se fuera a su hogar, acordaron que pasarían el fin de semana juntos en casa del rizado porque luego de ello quedaría una semana para volver al colegio y tenían que comenzar a ordenar sus cosas y revisar que no tengan nada pendiente.

La puerta fue abierta por una niña de menor tamaño al de Erick, aunque ésta le llegaba casi hasta la cintura. Ambos Omegas se fundieron en un cariñoso abrazo como cada vez que se veían, combinando el aroma de rosas frescas con el de jazmín.

—Hola, cariño —saluda el ojiverde, dejando un beso en la coronilla de la hermana de su Alfa—. ¿Cómo te encuentras?

—Eri —contesta feliz, mostrando sus pequeños dientes—. Muy bien.

El ojiverde asiente contento, revolviendo sus cabellos que están en una perfecta coleta, riendo cuando la niña comienza a quejarse y formar tiernos pucheros en sus labios. Pero a pesar de ello, de lo revoltoso que pueda ser con la niña, la quiere mucho.

—¡Hey!

Se aleja asustado ante el grito, aunque rápidamente cambia su expresión a una molesta por ver a Joel de pie en las escaleras, con los brazos cruzados y una juguetona sonrisa adornando sus labios.

—Solo yo puedo molestar a mi hermanita —avisa con tono divertido, llegando hasta ellos y cargando a la pequeña que comienza a reír y se abraza a su cuello, escondiendo su carita en esa parte.

—Casi me orino en los pantalones, est... Joel.

Ambos acordaron no decir ninguna palabra malsonante frente a la niña, no después de la vez que comenzó a gritar que los Alfas eran estúpidos, como había escuchado hablar a Erick, y el padre de Joel le dio un tic nervioso en el ojo y estaba a nada de enterrar vivo a su hijo. Nadie se puede enojar con el bello Omega, es como si estuvieran a punto de regañar a un pequeño cahorrito que hizo una travesura y lo tienen que dejar bajo la lluvia.

No. Definitivamente nadie tiene la fuerza para crear lágrimas en los ojos de Erick.

—Cielo, anda ayuda a mamá con tu maleta —deja a la pequeña en el suelo, quien comienza a correr escaleras arriba, tropezando en algunos escalones, pero sin llegar a detenerse—. ¡Con cuidado, traviesa!

Erick se cruza de brazos por haber sido ignorado por tantos minutos, mirándole con un puchero en los labios, expulsando feromonas para que le preste atención.

Pimentel voltea con una sonrisa luego de ver desaparecer a su hermanita, imita el puchero del Omega y también se cruza de brazos.

—¿Qué? ¿Nos pasamos así todo el rato?

—Eres un idiota —susurra Erick, acercándose y siendo recibido por un cálido abrazo del Alfa, enterrando la nariz en su pecho, aspirando el dulce chocolate de su aroma.

Joel ríe complacido por el apodo inusual, depositándole un beso en la parte superior de su cabeza. Erick alza la mirada, viéndole con esos ojitos llenos de amor, sin resistir más junta sus bocas en un dulce beso, escuchando un suspiro bajito que crea un fuego abrazador en su pecho.

Omega celoso || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora