13: Nuevo inicio

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Después de haber regresado nuevamente a su forma humana, ambos permanecieron acostados sobre la manta, dejando que los suaves rayos del sol iluminaran tenuemente sus cuerpos, observando las nubes que según ellos tenían formas de animales.

—¡Eso es un rinoceronte! —exclama emocionado el ojiverde, golpeando sin querer el estómago de Joel al intentar sentarse de forma rápida, pero terminó cayendo sobre su espalda.

El Alfa se apresura en voltearse, mirando confuso al muchacho que se encuentra riendo en lugar de estar soltando lágrimas de dolor. Manteniendo sus ojitos cerrados, sus pómulos se comenzaban a pintar de rosa y sus blancos dientitos se podían notar a cada carcajada que soltaba. Los hoyuelos resaltaban en su bello rostro, haciéndolo ver más hermoso.

—¿Estás bien?

Colón asiente torpemente, jadeando al no poder controlar su risa, trata de enderezarse pero vuelve a caer, y eso solamente empeora el bullicio que está haciendo. Erick sabe que es torpe en varias ocasiones y lejos de sentirse avergonzado su lobito y él se muestran divertidos. «¿Por qué enojarse por cosas estúpidas? ¡Si puedes reírte de ellas!» Es lo que siempre decía a su hermano mayor.

—Joder, que me asustas, Omega —replica el Alfa, poniéndose a su costado como minutos atrás, continuando mirando las nubes.

Erick continuaba soltando risitas por lo bajo, contagiado por breves segundos a Joel. Comienza a calmarse, tomando grandes bocanadas de aire cuando su estómago comienza a doler y las lágrimas amenazan con salir huyendo de sus bellos ojos.

—No pasa nada, estoy bien —avisa entre jadeos, pasando una mano por su rostro, mostrando una sonrisa a su Alfa cuando queda de lado para poder verlo con más precisión. El más alto imita su gesto, quedando de frente al ojiverde. Los fríos deditos de Erick caminan por la mejilla del rizado, rozando superficialmente esos labios que muere por besar—. Alfa, me gusta mucho.

Joel emite una vergonzosa sonrisa, su lobo está en una algarabía al sentir el tacto de su Omega sobre su piel. Sus mejillas se ponen rojas al recordar que aquel muchachito estuvo lamiendo su hocico horas atrás y él no se opuso.

Le gustó.

—Lo sé, Er —susurra, viendo como los ojitos verdes se llenaban de brillo y felicidad. Con timidez se acerca un poco más a Erick, quedando con el rostro a una escasa distancia.

—Alfa...

—¿Qué sucede, Omega?

El aludido agacha la mirada, su olor de felicidad cambia a uno de tristeza por las dudas dentro de su corazón, gira hasta quedar de espalda a Joel, llevando su pulgar a la boca para morder la piel alrededor de su uña.

—Yo te quiero, Joel, mi Omega te reconoce como su Alfa, deseo tener una vida a tu lado, ver a nuestros cachorritos correr por este precioso lugar —habla muy bajito, con los ojos llenos de lágrimas, su voz sale ahogada y nostálgica al imaginar un futuro con él—, despertar a tu lado cada mañana, que tú seas lo último que mis ojos vean al dormir y lo primero al amanecer.

—Erick...

—¿Sientes algo por mí? Aunque sea algo muy chiquitito, ¿hay una pizca de amor para mí en tu corazón?

Aquel comentario deja abatido a Joel, su silencio es interpretado por una dolorosa negación para el Omega, quien comienza a sollozar bajito. ¿Lo quiere? Su Alfa está disgustado con él por hacer llorar a su Omega, incluso su lobo está aullando de tristeza en soledad, esperando por el de Erick que ya se alejó.

Claro que se ha imaginado una vida junto al chico de bonitos ojos, viviendo en una casa muy pintoresca como las que aparecen en los libros infantiles, corriendo detrás de dos cachorritos tan suyos y de Erick, queriendo verlo al dormir para velar sus sueños y despertarlo repartiendo besitos por toda su carita

Pero aunque sus instintos primitivos luchen para tomar el control, su lado racional se niega. Y no entiende la razón. Realmente debate mucho con eso, porque ya no quiere reprimir nada.

Escuchar el lamento del muchacho le rompe el corazón, puede sentir como se hace trizas dentro de su pecho. Su olfato solo huele la tristeza del Omega, incluso sus feromonas ya no son tan dulces como antes.

—Er...

—N-No digas... nada —pide en un susurro.

Si su lobo saliera está seguro que le rompería el cuello por lo estúpido que está siendo.

Sus recuerdos viajan al pasado, meses antes de conocer a Erick, cuando estaba enamorado de una Beta, o eso creía. Recuerda que se pasó noches llorando cuando ella le rechazó, besando a otro Alfa frente a él. A pesar de que tenía trece años y aquello no resultó ser más que una ilusión, le dejó un sabor amargo en el corazón.

Tiene miedo.

Miedo a que Erick lo deje y busque a otro Alfa. Quiere quererlo, pero si obliga a sus sentimientos, si obliga a su mente a hacerlo, no va a resultar nada bueno. No planea lastimarlo, pero tampoco planea alejarse de él.

Se sorprende al pensar de esa manera posesiva ante el pequeño, es algo que no le agrada mucho. Trata de ignorar aquello, aun cuando ve que los otros Alfas se sienten privilegiados por ser temidos por sus Omegas. Erick nunca deberá tener miedo de él.

Es lo que quiere creer.

Toma por sorpresa al Omega cuando lo tumba sobre su espalda, poniéndose sobre el pequeño cuerpo, colocando las rodillas a cada costado de su cintura y las manos a los lados de su cabeza.

Odia ver los ojitos tristes e hinchados por culpa suya.

Prefiere ver una preciosa sonrisa en los labios del Omega, escuchar su melódica risa y los innumerables comentarios que siempre suele decir de temas que no tienen tanta importancia., pero queda embelesado con su voz.

—Prometo no hacerte llorar a menos que sea de felicidad —murmura, juntando su frente con la de Erick—, pero, necesito avanzar lento, por favor.

—Ujum.

—Sí te quiero, pequeño, eres ese Omega berrinchudo que mi Alfa aclama —admite entre sonrisas, viendo como el azabache sonríe tiernamente por sus palabras—. Soy un estúpido, pero no quiero lastimarte.

—Lo sé, Alfa, lo sé —susurra débil, cambiando sus feromonas a unas de felicidad, emitiendo por todos sus poros el amor que siente.

Perdiendo el miedo, estira sus labios hasta tocar los de Joel, apenas se rozan en algo inocente, un acto tan simple pero muy significativo para ambos.

Sin ser conscientes de que aquello es un nuevo inicio.

Una nueva etapa para el Alfa con su Omega.

***

BUENO, BUENO. UN POQUITO DEL PASADO DE JOEL PARA CONOCER LA RAZÓN DEL POR QUÉ RECHAZA TANTO A SU OMEGA.

NO OLVIDEN QUE PIMENTEL SIGUE SIENDO UN ALFA, POR TANTO EL INSTINTO DE POSESIVIDAD PERMANECE EN ÉL COMO EN EL RESTO DE LA MISMA CASTA, CON ESO NO QUIERE DECIR QUE EN UNOS CAPÍTULOS MÁS ADELANTE VA A GOLPEAR A ERICK O A ALGUIEN MENOR A ÉL POR PURO ANTOJO. SIMPLEMENTE RECORDEMOS QUE ES DIFERENTE Y TRATA DE LUCHAR CONTRA ESO.

EN FIN, ESPERO QUE LES GUSTE ESTE PEQUEÑO CAPÍTULO.

BESITOS.

Omega celoso || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora