32: ¿Bebé o bebés?

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Erick suelta un suspiro al mismo tiempo que sonríe, ocultando parte de su rostro en la almohada y soltando un chillido extremadamente adorable cuando su Alfa besa cada uno de sus dedos y se atreve a morderlos con delicadeza.

Hace un mes recibieron la mejor noticia que cambió sus vidas para bien.

Luego de confirmarlo a través de un análisis de sangre para más veracidad, llegaron a casa del Omega y Joel fue quien habló con los padres de Erick, tartamudeando y temblando ligeramente ante la intensa mirada que recibía por parte de Annie. Después fueron con sus papás y la más entusiasmada fue su hermanita al imaginarse un cachorrito jugando por todos lados con ella.

Ambos desconocen sobre los cambios que tendrán, pues Erick en ocasiones suele estar más cariñoso que de costumbre y Joel deja relucir la posesividad característica de su casta, gruñendo incluso a Zabdiel cuando intenta ayudar a su tierno Omega. Y recibiendo un leve golpecito en el hombro por parte del pequeño que lo mira con el ceño fruncido.

De momento no hay antojos excesivos, así como tampoco viven juntos y por ende Joel no despierta en la madrugada pareciendo un maniático. Al menos eso imagina Erick antes de dormir abrazado a el suéter de su novio y un peluche de estrella que le regaló su hermano.

—¿Cuándo obtienes los resultados? —pregunta el ojiverde, apoyándose en sus antebrazos para ver mejor al rizado.

Hace dos días Joel fue a rendir el examen de admisión, y ahora tiene que esperar un poco para saber si fue o no aceptado. Dentro de sí mismo tiene seguridad, pero igual hay unos nervios traicioneros que lo atacan y no permiten que esté tranquilo.

—Hoy o mañana —contesta simple, adueñándose de la cintura de Erick para abrazarlo y esconder su rostro en el espacio entre su hombro y cuello, aspirando el aroma de su Omega, haciendo que su lobito aúlle de pura felicidad.

—Mi Alfa es muy inteligente.

Joel sonríe avergonzado, haciendo más fuerte el agarre.

Erick ríe a carcajada suelta, llevando una de sus manos a la cabeza del Alfa y jugando con sus rizos como tanto le gusta.

Son interrumpidos por los golpecitos que intuyen vienen de la Omega más pequeña del hogar Pimentel. Joel se levanta con pereza mientras Erick cubre su cuerpo con la mantita porque únicamente está vestido con una camisa de su Alfa y ropa interior.

—¡Erick!

Carolina da brincos mientras se acerca al ojiverde, con ayuda de su hermano trepa la cama y gatea hasta quedar muy cerquita de Erick. Olfatea el dulce aroma, suspirando bajito.

—Pequeña Omega.

—¿Seré como tú?

Erick asiente despacio, besando su frente y pellizcando su nariz.

—Lo intuyo. Y nunca me equivoco —cuenta divertido—. Siempre le dije a tu hermano que terminaríamos juntos y se cumplió.

—Alta tonto.

—Exacto, mi amor. Alta tonto.

Joel abre la boca ofendido, llegando hasta el lado de los dos para empezar a hacer cosquillas a su hermanita.

El Omega mira enternecido a su Alfa, observando las arruguitas a cada costado de sus ojos y sus blancos dientes que se notan al carcajearse. Preguntándose internamente si así será cuando su cachorro llegue a sus vidas.

Definitivamente sí.

Joel será un gran padre. El mejor.

Una hora más tarde la puerta vuelve a ser golpeada por la madre del rizado, quien carga a su hija y se despide de ambos muchachos asegurando que volverán por la noche. Pues decidieron ir a visitar a los abuelos y después acudirán al cine porque se estrenó una película de ositos.

Omega celoso || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora