17: Sábado de invertir papeles

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El polvo blanco volaba por el aire, manchando todo lo que tocaba al caer. Un poco de mantequilla se escapaba del tazón cuando la batidora fue aumentada de potencia, creando histéricos gritos por parte de ambos muchachos.

—¡Joel, no! ¡Bájale!

—¡No sé cómo! ¡Vamos a morir!

—¡Eres un Alfa tonto!

—¡Oye!

Erick se apresura en ir hasta el Alfa, alejándolo de un empujón por el brazo, intentado apagar el endemoniado electrodoméstico que emitía un ruido desagradable.

—¡Mierda, Joel! ¡Malograste esta cosa!

—¡Vamos a morir! —vuelve a grita el rizado, dando brincos y mordiendo sus uñas, sintiéndose preso del pánico y empezando a entrar en crisis.

Erick se pone de puntas, manchando su ropa con la mantequilla que sale como loca del tazón. No entiende por qué el interruptor está tan alto. ¡Oh, ciert! Todos en casa de Pimentel son grandes y él es muy pequeño, junto a la hermanita de su Alfa. Con un poco de dificultad logra desconectar la batidora, sonriendo ampliamente y levantando en alto el cable, como si tuviera un trofeo.

—Vamos a morir —repite irónicamente lo de Joel, mirado el desastre que hay en la cocina por intentar enseñar al más alto a preparar un pastel simple—. Alfas estúpidos.

Pimentel se queda quieto, acercándose con lentitud hasta el pequeño, manteniendo una postura rara que según él es para protegerse de esa máquina fuera de control que iba a acabar con sus vidas. Su lobito se siente herido y avergonzado por pertenecer a alguien como él.

Sus padres habían viajado para ver a los abuelos junto con su menor hija que no se opuso, aunque Joel al ser un poco mayor y tener en mente solamente a un bonito Omega, rechazó la invitación. Claro que no pensó que esa primera mañana en soledad siendo acompañado por Erick, acabaría en un desastre de gran magnitud en la cocina, o, mejor dicho, el lugar favorito de su mamá.

Ya puede escuchar los gritos de la Omega, haciéndole sentir nuevamente como un cachorrito cuando volvía a casa con un juguete roto. Claramente un simple juguetito es nada a comparación de este desorden.

—Alfa, tranquilo, está incomodando a mi Omega con sus feromonas —habla en voz baja el chico, dando cortos pasos para rodear su cintura con sus bracitos.

—T-Todo está... debo... debo ordenar.

Erick lo mira con los ojitos tristes, sintiéndose culpable por haber persuadido al Alfa. Deja varios besitos en su pecho, ronroneando como un mínimo y expulsando feromonas para tranquilizarlo.

—Dios, mamá se volverá más loca de lo que ya es.

—Volverán hasta el lunes, Alfa, así que manos a la obra.

—Eso dijiste antes de todo esto.

—Bueno, pero ahora es para una causa mucho mejor.

Y tal como lo dijo, con ayuda de ambos empezaron a limpiar y lavar todo lo que utilizaron. Riendo en voz baja cuando Erick tiraba harina en la cara de Pimentel y este soltaba bajos gruñidos. Pero aun así se estaban divirtiendo, disfrutando de ese momento a solas.

Siendo solo Alfa y Omega juntos.

Colón tenía una amplia sonrisa en el rostro, sus mejillas ya dolían debido a esa mueca, incluso se ponía a imaginar si así va a ser su vida cuando esté solamente con Joel. Riendo, bailando, cantando y dándose besos de vez en cuando. Preparando pasteles o al menos el Alfa lo podrá intentar para sus cachorros.

Omega celoso || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora