27: Miedo

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La sangre salpica en todas direcciones, nadie se atreve a meterse en esa acalorada pelea entre dos Alfas sabiendo que si lo hacen tienen todas las de perder.

—¡Púdrete en el infierno, imbécil!

Todos escuchan el crujido cuando Joel golpea por quién sabe qué vez la nariz de Gonzalo. Los ojos de Pimentel se muestran rojos, aunque están a nada de pintarse de negro debido a la furia que siente, ante el deseo de matar a esa escoria que no lucha por su vida al mostrarse complemente sumiso.

—¡Defiéndete, idiota! ¿Acaso no eres lo suficientemente bueno siendo una mierda de Alfa?

Las garras no tardan en crear heridas en la piel de su rostro y parte de su cuello, combinando el líquido espeso con sus gruesas lágrimas de rabia. Desde que todos empezaron a aglomerarse y el aroma de su Omega comenzaba a desaparecer, supo que algo malo sucedía.

Erick se encuentra pegado al tacho, meciendo su cuerpo sin quitar los ojos de los dos Alfas, observando con miedo a Joel que se encuentra fuera de sí. ¿Su mamá tenía razón? ¿Ese Alfa es malo para él?

Las arcadas vuelven, ensuciando parte de su uniforme por no girar la cabeza a tiempo. Su garganta arde, duele al igual que su corazón.

Joel se pone de pie, limpiando con su brazo la sangre que ensució parte de su rostro. Empezando a patear el cuerpo de ese sujeto, escupiendo y pisando sus manos. Su aroma se ha intensificado al punto de hacer que las Omegas chillen y salgan a toda prisa de la cafetería.

—Muérete, infeliz.

Gruñe cuando es sujetado por el brazo, no reconoce a Zabdiel que se muestra preocupado, simplemente lo empuja y continúa lastimando al Alfa.

—¡Joel, basta! ¡Lo vas a matar!

—¡Eso es lo que merece!

Una vez más se abalanza a su cuerpo, pegando en su rostro.

Erick ha quedado en blanco, ningún pensamiento surca por su cabeza, apenas siente sus emociones dentro de sí. Poco a poco siente que va desvaneciéndose, y por primera vez cree que eso está bien, porque es abrazado por una calma inigualable, magnifica, perfecta.

La puerta suena fuertemente cuando es abierta, cruzando por ella el director y Betas de seguridad. Todos tratando de separar a Joel de Gonzalo.

—A-Ayuda —suplica en un hilo de voz.

—¡Mereces morirte, hijo de puta! ¡Suéltenme! —se sacude entre los brazos que lo aprisionan— ¡Te vas a morir por ser una rata asquerosa! ¡Eres un bastardo!

Zabdiel divisa a lo lejos un pequeño cuerpo que está tiritándose a pesar de que el invierno ya no está, camina a toda prisa porque eso no le agrada para nada. Retira su chaqueta y abriga la desnudez de su torso ignorado el vómito que hay en Erick, sujetando suavemente su rostro y notando que sus ojos se están poniendo en blanco mientras se agita cada vez con más violencia.

—¡Director! ¡Una ambulancia!

Uno de los guardias termina de preparar una extraña mezcla que no demora en transportar a la jeringa, apresurándose a inyectar en el cuello del Alfa fuera de sí.

Poco a poco va dejando de moverse, sus extremidades se sienten pesadas y termina tendido sobre el suelo de la cafetería. Escucha gritos, pasos y demás, pero no puede hacer nada.

—Erick —suelta en un débil suspiro.

Los latidos de su corazón por fin van regresando a su normalidad, ya no están acelerados como antes, que incluso pensó en sufrir de un ataque cardíaco por la demasiada adrenalina que circulaba por sus venas.

Omega celoso || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora