Doce
El Yule es, sin duda, mi celebración favorita del año; es una noche completa para comer, reír y calentarse antes del frío invierno. Charlie, tan ingenioso como es, siempre inventa algo nuevo que pone a todos en Gildy boquiabierta y me alegra decir que soy yo quien lo ayuda año tras año. Somos un buen equipo después de todo.
Jenel, luego de ver lo que estaba haciendo el muchacho, prefirió quedarse hasta que terminara para ir con nosotros y ofreció a su yegua, que se llamaba Menta, para jalar la carreta que llevaría las cosas.
—Bien —dijo Charlie—, ahora solo debes poner esas varas en los agujeros de esa rueda, mientras yo...
El pedazo de metal que él trataba de doblar se resbaló y cayó, haciendo un estrepitoso ruido que asustó a Menta y al pobre de Zucker.
—¿De verdad creen que es seguro? —preguntó Jenel, que estaba sentada en una esquina, con comida para que saciara el hambre doble y uno de mis chales para apaciguar el frío matutino.
—Lo es —insistió mi amigo—. Lo será...
—Déjame el metal, mapache —insistí por décima vez y, por décima vez, él me miró serio.
—No. Yo puedo.
Si bien los cuidados de Cala hacia Charlie sanaron su brazo de la noche a la mañana, no podíamos negar que muchas de las piezas eran difíciles de manipular. Ya había provocado un par de accidentes que, de no ser por mi magia, habrían terminado en fatales. Además, Zucker y Menta ya se estaban empezando a poner nerviosos.
—Charlie... —insistí.
—Bien —se quejó—, pero ten cuidado.
Lista de usar magia como siempre, me planté frente a la placa de metal y uní ambas manos, doblé mis dedos muy lentamente y el metal se deformó y adquirió la forma que Charlie intentaba darle. Separé las manos y me sacudí el polvo.
—Pudimos hacer eso hace horas —dije.
—Sí, sí —me apretó una mejilla—. Voy a necesitar algo para lubricar las poleas ¿Alguna idea?
Pensé.
—Creo que tengo savia en la cocina, espera.
Entré por la puerta de la cocina, pero no fui directo por la savia, sino que me desvié hasta la sala, donde Lulú dormitaba en una esquina y Cala tenía la nariz metida en un libro que hacía horas no soltaba. Y por "horas" me gustaría decir que fue desde esta mañana, pero las ojeras en sus ojos me decían que solo me acostó en su cama y permaneció despierta toda la noche. Habría hecho, durante el desayuno, como que no me daba cuenta, pero hasta Jenel, que no la conocía, se dio cuenta de su cansancio.
—Cala. —No me hizo caso—. Cala... —Tiré de uno de sus mechones negros y ella levantó la vista.
—¿Qué pasa? —dijo un poco ronca.
—¿Quieres ver lo que está haciendo Charlie?
Ella devolvió la vista al libro.
—Cuando lo termine, lo veré.
—¿Quieres comer algo?
—No, gracias. Tengan cuidado con las cosas punzocortantes, conozco a Charlie lo suficiente como para saber que se hará daño tarde o temprano. Y no quiero parcharlo de nuevo.
Ni siquiera me atreví a comentar acerca de su nueva cicatriz en la pierna...
—Descansa un rato ¿Sí? —pedí.

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Dulce Bruja
FantasiaMaldita desde nacimiento y dos veces huérfana, Dulce Odollam vive su día a día bajo la tutela de la bruja Cala Azalee Fingerhut. Ambas trabajan por y para los pueblos vecinos, protegiéndolos de los males del Bosque Rosa ¿Qué pasará cuando una carta...