Capítulo 22: Remordimiento

6K 426 85
                                    

Mi cara estaba empapadas de lágrimas, mientras seguía siendo guiada por Derian, quien me saco por una puerta trasera que daba al íntimo jardín de antes. Seguimos caminamos hasta llegar a su vehículo.

Me abrió la puerta y subí al deportivo negro, seguía mirando mis manos las cuales estaban manchadas de rojo oscuro, no dejaba de tiritar y sollozar. Mi cabeza me recriminaba la situación que estaba viviendo y mi ansiedad se incrementaba, me dio una punzada en la cabeza y empecé ahogarme. Sentía que no respiraba y el pecho se me oprimió...

Estaba por tener un ataque de pánico, intente bajarme del vehículo, necesitaba aire fresco, pero Derian, que ya se había sentado al volante, me tomó firme del brazo, para que me quedara quieta. Mi labio no dejaba de temblar, me lo mordí, hasta que rompí mi piel.

Tragué saliva y en desesperación pase ambas manos por el vestido tratando de limpiar la sangre seca, pero esta no desapareciera, la volví a pasar más fuerte.

<<No quería tener esas manchas, pero no se iban, no se iban. Ya no las quería tener más sobre mi piel>>

—¡Mírame! —Exigió Derian —¡Mírame solo a mí! —Volvió a demandar, tomando mi rostro entre sus manos. —Necesito que respires conmigo —ordenó, mientras hacia una respiración para que lo imitara.

Sus ojos no se despegaron de los míos. Su preocupación me infundía ánimo. Su toque era cálido.

Inhale y exhale, junto a él. Repitiendo sus movimiento. Respirando un solo aliento, el nuestro, que se juntaban como si fueran uno. Era como si me diera un soplo de vida.

—Eso es pequeña... así, despacio —susurró suave. 

Volví a realizar los ejercicios de respiración, hasta que me atrajo a su pecho y besó mi cabeza.

Esa acción, en el silencio de la noche, me permitió sentir los latidos de su corazón acelerado. Me aferre al cuello de su camisa y me quede entre sus brazos, calmando mis temblores, mientras él me sostenía firme a su cuerpo.

Me alejo de su torso, cuando deje de sollozar y de la guantera saco toallitas húmedas para limpiar mis manos. Cuando estuvieron limpias me soltó y yo me recosté en el vidrio del vehículo. 

Salimos de ese lugar, sin que nadie nos detuviera. Él manejo en completo silencio, hasta llegar a su mansión.

Cuando se estacionó frente la entrada, se bajó primero y rodeo el auto hasta llegar a la puerta del copiloto, la abrió y me tendió su mano para que la tomara, pero no reaccionaba, así que me saco del vehículo de un puro tirón. Su mano cálida se entrelazo con la mía y me guio hacia dentro, sin hablar. Subimos las escaleras de la entrada.

Pero algo sucedió en mí, que antes de que cruzáramos el umbral de la puerta principal, me zafe de un jalón. Su toque me empezaba a quemar, arder y a incomodar, como si no pudiera estar cerca de él.

Me asfixiaba su presencia y el rechazo se hizo presente. No quería verlo, ni oírlo, ni saber que existía. Solo quería creer que esto era una maldita pesadilla, que pronto acabaría y despertaría teniendo mi vida perfecta otra vez.

Me miró incrédulo por mi reacción inesperada.

—¿Pequeña sucede algo? —preguntó preocupado acercándose a mí, pero cuando levanto sus manos para tocar mi rostro, me aleje, esquivando su toque y mirándolo mal.

—¿Qué, que sucede? ¿En serio me estas preguntando esa estupidez? —cuestione al borde de colapsar.

Él se encogió de hombro y me miro neutro. Y eso desencadeno una ira como si me hubiera echado ají en el trasero. 

Eternamente Nosotros [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora