Capítulo 52: Agonía (Parte dos)

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—¡No espere meses para dejarte escapar así como así perra! —vocifera apuntándome con un arma de fuego.

<<Rina>> Hace dos días que no la veía. Me encojo tapando mi cara y mis costillas cuando otro golpe de bota se incrusta en mi vientre dejándome sin aire. <<La voy a matar>>

—Entonces adelante —la provoco, ella aprieta con más fuerza la pistola que sostiene <<Me va a pegar un tiro>> —¿Qué? ¿No te atreves a matarme? ¡Adelante! !Dispara! ¡Ahora es tu oportunidad!

Se ríe rodeándome.

—Primero voy hacer sufrir al perro infeliz que te prefirió y luego voy a asesinarte lentamente cortándote en pedacitos —pone su bota sobre mi cuello, asfixiándome —aun no entiendo que te ve ¡Maldita sea! eres tan simple y común y más ahora que te encuentra reducida a estiércol. ¡Mírate das pena y asco!

Me escupe.

—Llora todo lo que quieras —me burlo —pero aunque me matarás seguiré siendo la única dueña de su corazón. ¡Te deseo suerte porque la vas a necesitar!

Mi golpe verbal la ha desestabilizado que solo se preocupa de humillarme y hacerme daño.

Aprovecho su descuido para mostrarle mis verdaderas intenciones. Mis pulmones necesitan aire y estoy tan empecinada en sobrevivir al costo que sea, que del interior de mi bolsillo me saco la navaja la cual entierro sin piedad en su pierna izquierda haciendo que suelte un disparo.

<<Por poco me vuela los sesos>>

Me incorporo botándola al suelo y tomando su mano derecha, la azoto contra una roca maltratando sus huesos para que se desprenda del arma, suelta otro disparo quejándose y forcejeamos hasta que me aburre y termino dándole un puñetazo en la mandíbula, segundos que me dan ventaja de apoderarme tanto de la pistola como de la navaja. 

Me levanto y la pateo en el suelo. La rabia me ciega por lo estúpida que es. La vuelvo a patear un par de veces más.

Me alejo mirándola como esta toda enlodada y de su boca le destila un hilito de sangre, se revuelca en la tierra tomándose el estómago cuando se ríe como desquiciada.

¡Demonios estoy en un nido de locos!

—No tienes los ovarios suficientes para apretar el gatillo —me dice alzando la vista aburrida y chasquea su lengua —Eres débil Eily, demasiado débil y cobarde para sobrevivir sin la ayuda de tu amorcito.

—No me provoques —la encaro apuntando firme la pistola beretta 92 —porque no sabes de lo que soy capaz, no me conoces ni me subestimes.

Vuelve carcajearse incorporándose apenas, los golpes que le he dado la han maltratado tanto como a mí. Ambas estamos hechas un desastre, con el cabello enmarañado, envuelta en sangre y barro, pero ninguna se doblega ante la otra.

—¡Quédate quieta! —la amenazó, pero me ignora parándose igual.

—Estas muerta —confirma mirándome con esos ojos llenos de odio y rencor.

—Si —le doy la razón —pero no pienso morir sola, antes te llevo conmigo.

Me descuido en las miradas desafiantes que nos lanzamos, cuando me presionan en mi sien otra arma de fuego, dañándome la piel.

Belle femme no queremos ningún muerto todavía —dice Pierre riéndose. Por el rabillo de mi ojo izquierdo me percato que le han puesto un parche en la herida que le ocasione —¡Baja la maldita arma ahora! —me brama haciendo que mis vellos se ericen.

Eternamente Nosotros [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora