Capítulo 11: ¿Chico misterioso o Demonio ruso?

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Sabía exactamente la razón de porque estaba siendo tan protector con Eily y era simplemente porque se parecía a ella. Sus ojos color chocolate tan inocentes y profundos, eran los mismo que solía tener ella y eso hacía que me volviera un demente, que me desquiciará de una manera sobrehumana.

Solo quería sacarla de ese lugar y ponerla en una maldita caja de cristal.

Pero eso no cambiaba el hecho de que estaba hasta los cojones y Eily para empeorar la situación no ayudaba en nada, si solo se callará por una puta vez, pero no, tenía que ser una chillona, su maldito carácter también me recordaba a ella.

Para joderla aún más había perdido los estribos dos veces en menos de veinticuatro horas y solo había una culpable de eso.

Primero cuando salí de la habitación y la encerré, estaba tan ciego por la ira, que no me percaté en la facha que bajé, solo quería buscar al imbécil de Alek y pedir explicaciones de como una mujer como Eily había llegado aquí —y de paso aproveche de comprarla. 

Ni siquiera me gustaba el tráfico humano, pero aquí estaba.

Y ahora con el cabrón de Zhakar, él y Alek eran los administradores de este lugar y se caracterizaban por ser hombres de una confianza y lealtad sin igual. Mi familia y yo le habíamos dado potestad de que decidieran que era mejor para el negocio e incluso de como lo ejercían y que métodos ocupaban —por eso Zhakar la golpeó e hizo bien si hubiera sido cualquier otra persona —pero ¿Qué había hecho yo? Ah sí, lo había olvidado... casi lo mató solo por tocarla.

¡Maldita sea! nadie osaba siquiera pasar a rozarme, a menos que estuviera buscando la muerte, pero la gatita se pasaba por el culo todas mis órdenes.

No podía negar que tenía carácter, pero ese mismo carácter de mierda la iba a llevar a la tumba.

Desde que chocamos —que para rematar era torpe e imprudente— sentía como si la estuviera viendo a ella en una versión más adulta. 

Había algo en Eily que me llamaba la atención, por eso exigí y pagué esa noche —a pesar de que era un socio mayoritario igualmente pagaba para mantener la estabilidad económica, el negocio no era solo mío —mi intención era follarla y olvidarla, pero no contaba con lo que sucedió.

¡Maldita sea otra vez! ni siquiera fui capaz de tocarla más allá porque ella no lo deseaba. Era el colmo que me controlará solo con ver su rostro inocente, pero no podía seguir siendo tan blando o si no, entraría en una confianza difícil de quitar.

La estaba esperando a fuera del edificio de brazos cruzados apoyado en el Mercedes-Benz negro de vidrios polarizados, porque después de aceptar a regañadientes mi propuesta —tampoco es como si tuviera otra opción— me había pedido por favor si podía despedirse de las chicas y ¿Cómo negarme a esos ojos color chocolate? Indiscutiblemente asentí.

La vi salir junto a Alek, con unos short de mezclilla extremadamente cortos —definitivamente la encerraría en mi habitación —y se había cambiado la blusa ensangrentada por una polera blanca y sus botines que la hacían ver un poco más alta.

No necesitaba nada más, además en mi poder estaba ya su cédula de identidad y pasaporte.

Se despidió del gilipollas con un beso en la mejilla, me dieron ganas de meterla ya al auto. Pero preferí Inhalar para calmar mi ser, después de todo era conocido por mi impecable autocontrol.

—Estoy lista —murmuró cuando estuvo frente a mí.

—Bien —dije, moviéndome a un lado y abriendo la puerta trasera del Mercedes-Benz.

Eternamente Nosotros [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora