Capítulo 39: Confesiones que Destrozan

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Eily

Tenía un intenso dolor en el cuello, me pare del suelo y me contemple en el espejo, solo dormía con pantaletas y una polera de Derian. Observe mi reflejo viendo como sus dedos se habían quedado marcados en mi piel, dejando huellas rojizas. Me acerque a la mesita de noche para tomar un vaso de agua. El líquido frío refresco mi garganta rasposa.

Camine de un lado a otro pensando que hacer, hasta que me decidí.

Era una estúpida, porque mis pies picaban por correr a donde estaba él.

Era la primera vez que me había violentado físicamente y yo era de las que decían que jamás permitiría que un hombre me pusiera una mano encima. Odiaba esas relaciones tóxicas de que argumentaban que el amor todo lo puede. Lo encontraba patético.

<<¿Pero ahora que estaba haciendo yo?>>

Salí de la habitación directo al despacho, sabía que él iría en esa dirección.

A veces el corazón no entiende a la razón y era eso lo que más me jodia. Mi cerebro me decía que lo dejara solo, pero mi tonto corazón aún le quedaba humanidad. Y más, al ver esos ojos con miedo palpable.

Llegue a la conclusión, que él era un agujero negro que estaba absorbiendo toda mi luz y su fuerza de gravedad era tan inmensa que me atrapaba dejándome en la oscuridad, ya no tenía la fuerza para seguir luchando ni alejándome. Estaba pegada en su campo gravitacional y me sería imposible salir de allí.

Suspire triste no entendía porque siempre que lo veía ausentes o en esos estados incontrolables tenía ganas de consolarlo. 

<<Era una masoquista.>>

Llegue a la puerta y me arme de valor. Cuando la abrí, Derian estaba sentado en el sillón negro tomando de la botella. Supe que era la segunda, porque la primera estaba rota en mil pedazos en el suelo. Además del desorden del despacho, era como si hubiera pasado un huracán.

—Sé que no me quieres ver, pero me es imposible dejarte así. —confesé cautelosa.

Me observo con odio palpable, frunciendo su ceño y dio otro trago. Sus músculos se tensaron, que pude ver cómo se contraía su torso desnudo al beber. Él solo iba con un pantalón chándal.

—Acabo de comprobar que eres una estúpida —escupió con rabia.

Me sabia mal que me tratara de esa forma, pero eso ya lo sabía, o si no, no estaría parada frente a él. Cerré la puerta y me apoye en ella con mis manos en la espalda, mirándolo.

—Eso ya lo sé, de lo contrario...

—No estarías acá —interrumpió con su voz hostil terminando mi frase. — ¡Vete, no necesito la lastima de nadie, ni mucho menos la tuya! —bramó furioso dándose otro trago de whisky.

Me quede en silencio contemplándolo. Él resoplo y boto la botella al suelo quebrándose en miles de pedazos. El líquido se esparció en el suelo. Me encogí de hombros, cuando se paró y se dirigió a mí.

Mi corazón comenzó a saltar como loco y mi cerebro me acusaba de lo suicida que estaba siendo.

—¡¿Qué mierda no entiendes que quiero estar solo?!

Sus ojos estaban inyectados de sangre y su rostro era severo.

—¡Derian! —Le llame suave, pero a la ves alarmada. 

Puse mis manos en su pecho para que no se siguiera acercando más, pero ese leve contacto pude sentir su piel caliente, que parecía que tuviera fiebre.

Eternamente Nosotros [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora